Uno de los jugadores más irregulares del fútbol argentino tuvo este domingo a la tarde un segundo tiempo muy contundente. Sus festejos fueron de despedida. ¿Seguirá?
El primer tiempo lo tuvo en la mediocridad del resto del equipo. Si bien los primeros minutos tuvo movilidad y fue una opción para que Galmarini vea amenazado su sector, tras el gol de Tigre su fue diluyendo su fútbol, como el del resto de los titulares.
Sin embargo, en el complemento el Pato iba a dar que hablar. Tuvo veinte minutos muy buenos, en los que mostró contundencia, calidad para definir, gambeta para adelante y cierre de la jugada. Sí, todo lo que buscan y piden de él.
El primer gol vino tras un remate fallido de Fernando Godoy que terminó en sus pies. El Pato tomó la pelota y la clavó de un ángulo dejando estéril al arquero Javier García, decretando un empate que le daba a Arsenal el Clausura 2012 y cortaba las aspiraciones de Tigre en su casa.
El festejo de gol tuvo olor a despedida. Señaló a toda la hinchada y les entregó el corazón. Quizás es un jugador muy inestable y su relación con el simpatizante del Rojo es un tanto especial. Aplausos, insultos, repudios y demostraciones de cariño son una constante en la vida de este futbolista.
El segundo tanto, el del 2-1, también lo vio entrando por izquierda, ganando la espalda de Galmarini y llegando de frente al arco. Esta vez fue Villafañez el que la peleó desde el piso, se la pasó a Farías que con dos movimientos dejó a Rodrìguez mano a mano con García. El 10 no dudó y de primera la colocó en el segundo palo y estampó el gol.
Otra vez el grito y el festejo sonaron a agradecimiento. Llamó a todos los jugadores del campo de juego, los abrazó y luego dedicó a su hinchada el amor que siempre profesó por el club, pese a que en la cancha a veces las cosas no le salen.
