Felipe Loyola dio en Córdoba otra función para el aplauso. Aparece en cada sector de la cancha, corta el juego rival y también agiliza el ataque de Independiente. El cerebro del equipo.
No tiene muchos clones. Tampoco es el simpático dibujito animado Droopy. Pero Felipe Loyola se las ingenia para estar en todos lados. Defensa, medio y ataque. El chileno no es veloz y tampoco destaca por su fuerza; cuenta con una virtud mucho más importante: la inteligencia. Es la mejor carta que tiene el Independiente de Julio Vaccari en cancha. Un polifuncional que rompe con eso del que “mucho abarca poco aprieta”.
Loyola es la táctica ganadora del entrenador. Él lo señaló (ya lo venía siguiendo desde Defensa y Justicia) y él lo pidió. La dirigencia le levantó el pulgar y realizó el esfuerzo económico de comprar la mitad de su pase Huachipato en 1,8 millones de dólares (variables incluidas) a pagar en cuotas desde 2025. Y la apuesta por este jugador de 23 años salió bien.
Fue citado a la selección chilena como lateral derecho, puesto en el que se destacó en la liga trasandina. Sin embargo, Vaccari le dio la posibilidad de jugar en el puesto en el que el propio Loyola dice sentirse más cómodo, de mediocampista. Y se nota que no miente. No necesitó adaptación alguna al fútbol argentino y desde que entró al equipo ordenó el círculo central.
Loyola hac uso de una omnipresencia que asombra. Su sentido de la ubicación, panorama y lectura del juego le permiten saber dónde ubicarse en cada acción para poder ser más útil. El famoso “estar donde lo pide la jugada”. Lo hace a la perfección. Por eso asombra pero en realidad no tanto verlo de pronto ser salida como un ‘4’ bis y conectar con Iván Marcone. Y en la siguiente acción desbordar como un extremo. Sin escalas.
En Córdoba se vio todo su despliegue. Se desdobló para anticiparse y cortar el circuito de pases rival y también fue clave para comandar los ataques y dar los pases que agilizaron las acciones que terminaron en gol, por ejemplo en el segundo y en el último (gran toque de primera a Alexis Canelo con la parte externa del botín). Es decir, colaboró con Marcone en la marca y de igual modo se vistió de enlace a la hora de ir para adelante.
Como si todo esto fuera poco, también asiste. Desbordó por la derecha en el primer tiempo para decile “tomá y hacelo” a un Santi López que la tiró a las nubes de frente al arco, al borde del área chica. Y en el complemento también le dio otro pase-gol al pibe platinado que tampoco pudo aprovechar.
Una virtud técnica de este futbolista que es naturalmente un volante es su ductilidad para manejar la pelota con ambas piernas. Es diestro, aunque puede controlar con derecha y tocar de zurda o viceversa. Eso le permite realizar movimientos ahorrando uno o dos segundos, destreza vital para el juego de vértigo que pretende Vaccari y que solamente le ha salido hasta acá ante Godoy Cruz.
Su contratación es un pleno, puede decirse ya sin temor a pifiar o a exagerar. Su ingreso en el once resolvió problemas estructurales, inyectó dinamismo y oxigenó a Marcone. No hay balón que no pase por sus pies en Independiente. Defensa, medio o ataque, Loyola está en todas. Partido a partido se va transformando en el cerebro del Diablo.
Felipe Loyola vs Godoy Cruz
— ⚽️ (@futbolurgente) August 29, 2024