Sebastián Penco, que sólo había jugado unos minutos frente a Vélez la fecha pasada, fue titular en Bahía Blanca y logró marcar su primer tanto en la Primera División con la casaca de Independiente.
Sin dudas que la actitud que le puso Penco a la derrota 4-0 en Avellaneda la jornada anterior, le valió por lo menos una oportunidad en la búsqueda de Jorge Almirón de arreglar alguno de los problemas del equipo. A veces, ganas y perseverancia le ganan a calidad o momento goleador. Y así fue.
En una cancha chica, en la que el juego aéreo suele ser más que protagonista, Almirón decidió darle la titularidad a Penco por sobre un Lucero cuyo rendimiento venía en caída. En el primer tiempo ganó varios pelotas en defensa, jugó de pivote bajando todos los pelotazos que le tiraban, pero poco había podido hacer como delantero propiamente dicho.
Recién en el segundo tiempo tuvo más participación y empezó a contar con más juego. Sin embargo, el estallido por el que todo goleador vive llegó sobre el cierre del encuentro. Olimpo ganaba 1-0 por el penal de Blanco, Almirón había enviado a la cancha a Pisano y tras un centro pasado de Cuesta, el Enano la paró y le cedió el gol a Penco. Motoneta se tiró e infló la red.
El empate desató el grito de desahogo. El de Mancuello fue el que desató la locura. Pero ahora el interrogante es: ¿Penco, que marcó en casi la única seria que tuvo, debe mantener la titularidad? Equipo que gana no se toca. Goleador que la mete, tampoco.
