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El rival más difícil

tolo

Les voy a pedir un favor: Lean lo que sigue, piénsenlo, mastíquenlo y, si les va, opinen.  Pueden opinar a favor o en contra. Y si no quieren opinar, bárbaro. Pero eso sí, lean, piensen, reflexionen.

Sino no lean, para sacarse la bronca y hablar desde la calentura no hace falta leer nada.

Este blog ya va para su cuarto año de vida. Quizás alguno piense que aquí solo se habla de los rivales de Independiente. Error. Aquí solo se habla del Rojo.

Con trampa, claro, se habla del Rojo sin nombrarlo, se lo engrandece a través del indirecto método de ridiculizar a sus rivales. Pero el objeto de todo (de TODO) lo escrito es Independiente.

Por esta vez, y a modo de excepción, voy a dejar los rodeos y escribiré directamente sobre el club de nuestros amores. Aquí voy:

Un pequeño (gran) detalle.

Como ya lo expresara Dante Panzeri en “Fútbol, dinámica de lo impensado”, este deporte que tanto nos apasiona tiene, más allá de tácticas y tanto chamullo, un alto componente de azar.

El azar en los medios periodísticos ha sido ninguneado y menospreciado. No inocentemente, desde ya. Si fuera tan importante, como lo es, no tendrían sentido los muchísimos programas dedicados a lo que pasa cada fin de semana, con un promedio de 5 periodistas y 3 horas por envío. Todos los días, en varios canales.

Y esto sirve para explicar algo de lo que sucedió hace unos días en el Argentinos Jrs 4 – Independiente 3. La misma pelota que impulsada por Núñez al arco contrario pegó en el travesaño, rebotó sobre la línea y volvió al campo de juego, es la misma que en el arco nuestro pegó en el travesaño y entró. Azar. Un pequeño (gran) detalle como para ilustrar.

Un detalle que no sirve para aclarar todas las verdades, pero sí para demostrar la fragilidad de conceptos y situaciones por los cuales pasamos como si nada de poner a alguien en un trono, o en el cadalso.

Pero no todo es azar.

Hay muchas formas de explicar lo que sucedió el domingo pasado, no todo es azar. Se hablará de un cambio que no debió ser, o que no debió ser de esa manera; de un equipo que se refugió atrás, de algún jugador definiendo en forma displicente, etc. Y al igual que con el azar, tendrán su parte en la historia y formarán parte del resultado final.

Pero quiero salir un poco del domingo pasado. Porque de lo que se está hablando (y me parece increíble) es de la continuidad de Américo Rubén Gallego como Director Técnico del Primer Equipo del Club Mayoritario de Avellaneda.

Si mal no recuerdo el año pasado estábamos también insultando a diestra y siniestra por logros no alcanzados… claro que no estábamos perdiendo el torneo solamente, sino que además veíamos cómo el Rojo se hundía en la tabla… en LAS TABLAS, perdón. Porque no solo el torneo nos era tempranamente esquivo sino que además, en la tabla de promedios, el amarillo de los puestos de promoción empezaba a decolorar el rojo de nuestra camiseta.

Y estos no eran todos los males de Independiente, no… supongo que recordarán el plantel que teníamos, lleno de Moreiras, Ledesmas y Puertas. Un plantel gigante que no solo devoraba guita en sueldos, sino que se comía técnicos como si fueran medialunas.

¿Se acuerdan?.

Reitero la pregunta: ¿SE ACUERDAN?.

Un plantel gigante, en donde se mezclaban grandes jugadores desaprovechados (Montenegro, Mareque), juveniles que indefectiblemente terminaban quemándose (DiGregorio, Caracoche) y jugadores decididamente malos, como los mencionados en el párrafo anterior.

Santoro, Burruchaga, Santoro, Troglio, Santoro y Borghi fueron fagocitados por ese plantel numeroso en defectos y camarillero por demás.

Y un día volvió a dirigirnos el ‘Tolo’ Gallego.

Y no le hicieron falta las goleadas de las primeras fechas para darse cuenta que había que hacer cirugía mayor. De 46 jugadores (¡46!) del plantel se quedó más o menos con la mitad, dejó ir al Rolfi (todos sabemos por qué), a Pusineri (ya no le daba el físico) y a varios paquetes que ya daba vergüenza que se pusieran la histórica casaca del club.

Y las voces pidiendo inexplicablemente la cabeza del entrenador por estas medidas ‘dementes’ se multiplicaron en tribunas, pasillos y medios de comunicación.

Pero el tiempo demostró que no era una locura lo que estaba haciendo Gallego, más bien, era una locura lo que pasaba hasta que él llego. Se equivocó con Mareque, es cierto, pero no había lugar para sutilezas y ahí estuvo Menotti, para poner su granito de arena a la situación. Y el Tolo supo dar marcha atrás.

Pese a ser un logro mayor el de la primera limpieza, ese no fue el único de Gallego, no. Pidió refuerzos por los cuales la mayoría de la gente se arrancó los pelos porque… ¿quién era el muerto de Walter Busse? ¿Quién lo conocía a Martín Gómez? ¿Piatti no era el que llevó a Gimnasia a jugar la promoción? ¿Acevedo no era ese que San Lorenzo no quería ni regalado? Y así varios. Y el murmullo por las decisiones de Américo Rubén se volvió a escuchar.

Claro que después nos quedaron las manos rojas de aplaudir la entrega de Busse y Acevedo, la explosión del ‘Pelado’ Gómez y el fútbol del ex Gimnasia De La Plata.

Y así, con este panorama que alternaba buenas y malas, empezamos el torneo anterior. Y terminamos cerca del título, luchando hasta casi el final. Igual que este, en el que incluso llegamos un poco más lejos. Y eso que fueron cayendo los soldados. Para el largo plazo quedó la recuperación de Gómez, de Busse, de Matheu… todos imprescindibles. Y también sufrimos las ausencias de Acevedo, Galeano, Piatti, Vella y hasta Tuzzio jugó a media máquina estos últimos partidos por una lesión en un hombro.

¿Y los juveniles? Se consolidó Gabbarini, explotó Galeano, se bancó a Mancuello, aparece Velázquez, etc. Y de los que ya estaban, crecieron los ‘irrecuperables’ Mareque y Núñez, y hasta el resistido Gandín tuvo sus momentos.

Pero ahora todos piden la cabeza de Gallego para poner en su lugar a un… ¿Caruso? ¿un Ruggeri?. Recordemos qué pasó la vez anterior en que al Tolo se le dió salida.

Todo un bosque de logros parece no poder tapar al árbol de una tarde de domingo.

Es difícil digerir las derrotas, y es más difícil aún hacer balances en medio del mal momento. Pero lograr ambas cosas es sinónimo de madurez, de grandeza. Es no entregarse a la pulsión primitiva e infantil, y sí dejar lugar al ejercicio de la memoria, al razonamiento y a la reflexión.

Por favor, no nos transformemos en nuestros propios rivales.

Yo, gracias a dios, banco al Tolo.

SHISUS

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