Independiente empató sobre la hora con Tigre y la desazón del hincha fue grande, aunque hubo una mayor con el miedo como protagonista.
El sábado desde las 19:00 Independiente recibía a Tigre, en el estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini, por la fecha 9 de la Copa de la Liga Profesional. En un encuentro de características naturales de un juego de nuestro torneo, pero hubo que hablar de otra cosa en la que perdió Independiente y toda su gente.
Los violentos otra vez, internas de barras que se dirimen el poder, de un club, en el que en muchos casos dicen amar, pero poco les importa. En la previa la promesa de violencia se respiraba en el ambiente, algo que llevó a miles de socios a tomar la decisión de no ir al estadio a ver al club de sus amores.
Si esos socios que contribuyen y ayudan con su cuota social a mantenerlo y quienes construyen a nuestro amado club tuvieron que optar de no ir a causa de estos violentos. Todo esto a causa de una interna de barras, con gente que un día se le permitió entrar en el futbol –también Independiente- y ahora es un precio que debe seguir pagándose.
La barra de Bebote volvió al poder y tomó la norte, la de Loquillo terminó presa en la previa y los de Caniche no se aproximaron a la tribuna, pero nada de esto importa, lo único que es seguro es que perdió Independiente, perdió su gente y el club sigue sangrando por la herida. Esto tiene que parar.
