Independiente- Argentinos, posiblemente sea uno de los duelos más prometedores en la historia de nuestro
fútbol. Propuestas audaces, exquisitos jugadores y partidos vibrantes—fundamentalmente en los ochenta—
son sólo algunos de los tantos condimentos, que hicieron y hacen de este choque un plato bastante gustoso.
Aprovechando la ocasión, en la dulce (?) espera, Infierno Rojo repasa el primer duelo entre ambos en
condición de local. Se jugó en Avellaneda, en 1931. Y como manda la historia, ganó el Rojo 3 a 1.
Casi no conocía Avellaneda, Argentinos. Todo le resultaba exótico. Cruzaba, con asombro, el viejo Puente
Pueyrredón. Casi que lo estrenaba –había sido inaugurado el 11 de setiembre del 31– . A su paso, también,
observaba la gran Ciudad y ese lujoso estadio, apodado, por aquel entonces, La Visera. A Independiente ya lo
conocía, claro. No sólo había escuchado hablar de ese club fundado por unos jóvenes impetuosos socialistas.
Sino que, además, lo había enfrentado en el incipiente profesionalismo. Fue el 4 de junio, cuando por la 2ª
fecha de la Liga Argentina—no era reconocida por FIFA-, empataron 1 a 1. Allí, el enorme goleador Luis
Ravaschino puso en ventaja al Rojo. Y a cinco del final, igualó José Gatti para el Bicho.
Ahora, en la revancha, por la 19 ª volvían a encontrarse. Independiente, que crecía a pasos agigantados—
institucional y deportivamente bajo el mandato de Pedro Canaveri—venía de tropezar ante Racing por 7 a
4. Argentinos, en cambio, llegaba agrandado tras vencer a Ferro 3 a1. Todo comenzó con un Independiente
lanzado en ataque incesantemente. Y el gol llegó pronto. Roberto Porta disparó cruzado al fondo de la red:
1 a 0. En un abrir y cerrar de ojos, la visita lo dio vuelta con goles de Juan Bongiovanni y Armando Tarrio. El
público tan sereno como impávido, aún no asimilaba el golpe…
Sin embargo, tras una falta a Ravaschino, el uruguayo Juan Carlos Corazzo (abuelo de Diego Forlán) cambió
por gol un tiro libre y los rojos se fueron al descanso 2 a 2. Un presagio de lo que sucedería setenta años
después, con la sorprendente calidad de su nieto. Igual, nadie se conformaba con el punto. Hacía tiempo ya
que Independiente no acariciaba la gloria. La última alegría era propia de otra década (Campeón amateurs
1922 y 1926), otra era, otros tiempos, más añejos todavía. Los diablos, quién sabe, sintieron la obligación
propia del peso específico de tamaña camiseta y salieron a quemar las naves. Y a los 10 del complemento,
el charrúa Porta,– un wing lujoso que venía de ser campeón mundial– con un remate fortísimo, tras
asistencia de Enrique Fernández, otra vez venció la valla de Luís Pardiés. Y puso el 3 a 2 que sería definitivo.
¡Emocionante!
Quizás, este duelo que recordamos, dentro de las grandes batallas ante Argentinos (4 a 2, del 86/87; 8 a 1 del
Clausura 2000, entre otros) no sea el más cuantioso. No cambió nada. El Rojo recién salió campeón en 1938.
Pero sí sirvió para marcar un camino. El de la paternidad indiscutida. (Argentinos no gana en Avellaneda
desde mayo de 2001) Y con el elogio interminable de la crítica especializada. Porque ambos comparten un
gusto. Pertenecen a esa tan mentada escuela a la que todos concurren con la enciclopedia del buen juego
debajo el brazo. Eso sí, año tras año, Independiente se esmera en dejarle algo bien en claro a Argentinos: En
casa, mando yo.
19ª FECHA. 4/10/31. Recaudación: $ 2.027
INDEPENDIENTE 3
Néstor Sangiovanni; Felipe Cherro y Luis Manuel Fazio; Juan Ferrou, Juan Corazzo y Alfredo Vivanco;
Roberto Porta, Enrique Fernández Viola, Luis Ravaschino, Manuel Seoane y Juan Betinotti.
ARGENTINOS JUNIORS 2
Luis Pastor Pardiés; Luis Vasini y José Giachetti; Emilio Méndez, Luis Pedro Vaccaro y Blas Lobianco;
Enrique Ruffo, José Saccone, Juan Bongiovanni, Armando Tarrío y Pablo Renato Ruffo.
Arbitro: Alfredo D’ Espósito.
Goles: 17m, Porta; 20m Bongiovanni 29m, Tarrio 43m, Corazzo y 50m, Porta.
