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Erico: “Todo lo que hago es buscando el goal”

El 29 de febrero de 1936, el periodista Félix Frascara publicó en El Gráfico una entrevista con el, por entonces, goleador y figura de Independiente: Arsenio Erico, el Diablo Saltarín.

Desde que Manuel Fleitas Solich asombró al público porteño en aquel célebre match del sudamericano de 1921, han sido varios los cracks paraguayos que pasaron a integrar equipos argentinos. Entre todos ellos, y aparte del gran centro half, creo no equivocarme si destaco a dos: Delfín Benítez Cáceres y Arsenio Erico. Aquél ha sido un puntual del vigoroso ataque boquense desde su ingreso al mismo, en una evolución constante que lo ha llevado hasta el punto de que, en la temporada última, se constituyó a todo lo largo del campeonato en el N 1 del conjunto.

No es de la misma talla Arsenio Erico; no ofrece, al análisis, la solidez que hallamos en la regularidad y en el positivismo de Benítez Cáceres. Mientra el de Boca es un hombres que se ha ubicado entre Cherro y Bernabé Ferreyra, para emplear la inteligencia de aquél y la codicia de éste (en sus mejores tiempos), el de Independiente es algo más quebradizo, menos vigoroso, pero hay en su juego cierta vivacidad llamativa y abundante suficiencia personal que le permiten conquistar a las tribunas y rendir frutos para el equipo. Tan sólo se resiente por su individualismo e irregularidad, pero este es un defecto que el tiempo ha de ir corrigiendo, porque la irregularidad de Erico, creo yo,  no es nada más que una consecuencia de su malabarismo. Conforme vaya asimilando más sobriedad, sus performances serán más parejas.

Aunque, de todos modos, no debemos olvidar que a los compañeros les corresponde sacar provecho de sus características. Lo que sucede, en Independiente, es que Erico no es el único delantero “personalista”. También lo son, en cierto modo, Zorrilla, Sastre y a veces Mata, de suerte que quien más juega para el team es Orsi.

Pero estas consideraciones que dejo a quien quiera encargarse de hundir el bisturí del análisis en cada uno de nuestros equipos. Por el momento, lo que me corresponde es dar cuenta de mi entrevista con Erico y, retomando el cabo del asunto, repito que es él uno de los más grandes valores que últimamente ha producido el fútbol paraguayo. Y que, en el field, entre muchas cosas raras, suele brindarnos jugadas maravillosas.

El 30 de marzo de 1915 nació en la ciudad de Asunción, en el Paraguay, Arsenio Pastor Erico, hijo de paraguayos y nieto de italianos. Cerquita de la casa estaba el estadio de Nacional, cuyos colores defendería años más tarde y en cuyo césped dio los primeros saltos y amagó los primeros taquitos.

Sin embargo, el primer team del cual formó parte, a los diez años, fue el del Colegio de Salesianos de Vista Alegre, al que lo llaman “Salesiano chico”, porque, como se imaginará, hay un “Salesiano grande” que en el de María Auxiliadora. Los dos institutos han producido cracks de fuste. Del “grande” salieron Fleitas Solich, Rivas – aquel diminuto y gran insider del 21 – Denis, el goalkeeper, etc. En el Salesiano chico se formaron, además de Erico, Villalba, Ibañez, Fler, Oveiro, un insider que estaba en Mendoza y que ahora probará Independiente, y otros.

El “diablo saltarín” evoca su paso por el colegio y sus datos de buen alumno. Yo no puedo saber si lo dice para quedar bien, pero es el que que Arsenio Pastor asegura haber tenido tiempo para estudiar y para jugar. ¿Hasta llegaron a citarlo como ejemplo los maestros! Es es verdad, debemos reconocer que el paraguayo tuvo una infancia modelo.

“Ahí yo era centro forward – me dice Erico – puesto es el que desde chico me gustó jugar porque se hacían goals. ¡A mí me ha gustado mucho buscar el arco! Y me agrada todavía, más que cualquier otra cosa. Todo lo demás que yo pueda hacer es buscando el camino del goal. No falta quien dice que juego para el público cuando me abrí paso gambeteando; pues claro que sí. Si a veces me demoro en el camino es cosa que el tiempo irá corrigiendo. No se olviden ustedes que tengo veinte años y aún no está muy lejos mi época de pibe. Si me hubieran visto entonces me echaban por ‘morfón’…”

*****

Cuando tenía once años ingresó en Nacional, de Asunción. Ese es el club de sus amores. Ese Nacional dió al Paraguay grandes figuras: Fleitas Solich, Denis, Accinelli, Brizuela, Urbieta, Sosa…

– ¿Benitez Caceres también? – le pregunto.

“¡No! Benitez Cáceres se formó en el enemigo tradicional, el Libertad, al que también pertenecía Sosa Largo. Ahora la rivalidad ha decaído un poco, pero cuando yo aún no habia llegado a primera no podía admitirse como cosa lógica que terminara en par un partido entre Nacional y Libertad”.

Era muy pibe Erico cuando aquel cuadro paraguayo acudió al sudamericano de 1921, pero ya se sentía la atracción por el fútbol y nació entonces su admiración por Fleitas Solich, que más tarde se convertiría en su ídolo absoluto.

“Se le quería y se lo quiere a Fleitas enormemente. En Nacional, para dirigentes y jugadores, su palabra era sagrada. Para todos los que empezábamos en divisiones inferiores se constituyó en un consejero, en un maestro. Yo no alcancé a jugar de compañero con él, pero lo hice como adversario en algunas prácticas y además, Fleitas era el director técnico de los pibes. Un director algo exigente, por cierto… Cuando daba una orden y el desobedecia, no habia cuidado de que la repitiera; ahí nomás empezaba a los cinturonazos contra el desobediente…”

el maestro, el ídolo, ofrecía también curiosos aspectos en su personalidad; detalles sin importancia aparecen como apuntes pintorescos de lo que era el crack de la “intimidad”. Un ejemplo: no le gustaba perder en los partidos de práctica. Si un team iba en desventaja hacia prolongar el partido, valiéndose de su autoridad, hasta que el score quedaba igualado. Asi fue que muchas veces sorprendía la noche y entonces, y rendidos, lo dejaban solo con la pelota para que marcara el goal y quedaba satisfecho.

“Después volvía a ser un gran camarada y nos tomaba el pelo, aunque de paso agregaba, casi siempre, algunos consejos que nos vinieron bien a todos. Fue una figura muy grande la de Fleitas Solich” – afirma Erico rotundamentes.

A fines de 1930 llegó a primera división, el actual centre forward de Independiente. En ese equipo jugaban con él nuestros conocidos Accinelli y Urbieta Sosa.

“También figuraba un hermano mío, menor que yo, Adolfo, insider muy bueno  que probablemente ha de venir para aquí, y otro hermano mayor, Armando, que ahora está jugando de centre half. Precisamente yo empecé a salir como half izquierdo en cuarta de Nacional, pero ese puesto no me gustaba mucho, de manera que en cuanto tuve la posibilidad pasé al centro del ataque y de ahí ya no me sacaron”.

“¡Lindos eran aquellos matches contra Libertad! Resulta que los muchachos de Nacional eran muy jovencitos – Erico no habia cumplido los 16 años – y eso les significaba una desvetaja enorme, sobre todo cuando el partido tenía por escenario la cancha de los rivales, porque en esos casos los “libertarios”, si iban perdiendo, empataban ‘de prepo'”.

– Más o menos lo mismo hacía Fleitas…

“Si, pero con la diferencia de que el “maestro”, permítame ¿no?, iba en tren de farra y los de Libertad se la tomaban en serio. Menos mal que el asunto cambiaba cuando el partido era en nuestra cancha. Entonces teníamos la ayuda de los hinchas y nos sentíamos más guapos…”

EN BUENOS AIRES

En el año 1933 Erico formó parte de un combinado paraguayo que actuó en Montevideo y que luego estuvo aquí, en 1934, con el fin de de jugar algunos matches a beneficio de la Cruz Roja de su país. El centro foward estaba cumpliedo el servicio militar, a los 18 años, y ese fué un inconvenientes que hubo necesidad de salvar para que pudiera trasladarse a Buenos Aires.

Dos clubes se interesaron por Arsenio Erico. El primero de ellos fué River Plate.

“El club no me disgustaba, pero le tenía miedo a Bernabé Ferreyra. Teniendo un centro forward de ese arraigo, no lo iban a sacar para ponerme en su lugar. El porvenir que me esperaba no era muy elaborado. Seguramente tendría que estar en la segunda, esperando turno. Poco después recibí la oferta de Independiente y esa me interesó de inmediato. Con todo, yo debía partir hacia el Paraguay y quien se quedó encargado de todo fué un amigo argentino, Raúl Garat, que había conocido en Montevideo y al cual le debo mucho. El, por su cuenta, ultimó los detalles, se pidió permiso por dos años a la Cruz Roja paraguaya y, solucionadas las dificultades, regresé a Buenos Aires en mayo de 1934″.

El “susodicho” Garat, sobre quien Erico amontona elogios y ditirambos, era y es, naturalmentes, hincha de los rojos. ¿Cómo no iba a apurar los trámites para que Erico defendiera sus colores?

“¡Imagínese cómo será – me dice el paraguayo – que los otros días nació un hijo suyo y ya nda diciendo que lo va a prepara para wing izquierdo! Yo le digo que no lo repita mucho porque Zorrilla puede ofenderse”.

****

El partido del debut pareció que se lo hubieran elegido  con toda intención: nada menos que contra Boca y en la cancha de Brandsen. La línea roja estaba formada por Rohas, Albarez, Erico, Sastre y Adolfo Martínez. Terminó la lucha con un empate de dos goals y, aunque no señaló ninguno de ellos, Erico creo que se defendió bastante bien.

“El partido en el que me afirmé fue en el siguiente, contra Chacarita Juniors, en el cual marqué dos goals y jugué a mis anchas”.

****

Recuerdo aquel match en el que Arico sacó a relucir todos sus chiches y dió un espectáculo ideal, de esos que se recomiendan para hacer digestiones felices. Se despejaba la mente viendo al nuevo centro foward rojo dando saltos espectaculares, pegando taquitos y dándole masajes de suela a la pelota.

Duró poco la fiesta, sin embargo. Cuatro partidos había jugado cuando se enfermó y tuvo que descansar hasta reaparecer, precisamente, frente a Boca, con otro empate. Jugó luego aquel encuentro, con San Lorenzo de Almagro, en el que los rojos ganaron 4 a 0 y durante el cual se vió a Erico hacer cosas maravillosas.

“Iba lo más bien, ya ve, cuando tuve que dejar de nuevo. Fue cuando me lastimé el brazo, a fines del 34, contra Lanús-Talleres; reapareció en un amistoso con Argentino de Rosario y me lesioné de nuevo. Después vino lo de la rodilla, en un partido con Ferrocarril Oeste y, por último, estas “vacaciones” últimas. Total, que en la temporada del 35 jugué dieciséis partidos. Nunca pude agarrar una racha larga, derecha. Vamos a ver como me trata el 36…”

* * *

Erico ha pasado de largo sobre las últimas “vacaciones”. Quizás sea mejor no hablar. Para qué traer recuerdos ingratos… Pero…

“Yo no le encuentro atadero, no le veo lógica a la imaginación de quienes sospecharon algo. Reconozco, claro está,que los tres centrales jugamos mal esa tarde. Yo, por ejemplo, no pescaba una. Pero no fuimos los únicos. Durante el año habíamos jugado así alguna otra vez y nadie dijo nada; quiero decir que, según el adversario, así son los pensamientos. Además, como es posible suponer que por algo momentáneo íbamos a jugarnos varios años de fútbol… Porque, lógicamente, no nos habríamos hecho ricos en un día. A mi me apenó mucho aquello; estuve a punto de irme al Paraguay y si no lo hice fué por éste amigo Garat, que no me dejó ni un momento, y por las explicaciones que luego nos dieron”.

Total, que los tres centrales tomaron de nuevo sus puestos, como se recordará, al jugarse el match nocturno con Newell’s en Rosario.

“Ahí señalé un goal que, si no habrá sido el mejor, fué el que mayor alegría me proporcionó. Lo buscamos desde el principio, salimos a la cancha para rehabilitarnos por completo, de manera que cuando vi la pelota en la red experimenté la satisfacción más grande que haya entido en una cancha de fútbol.  Ahora que, hablando de goals, creo que el mejor de todos ha sido el que marqué frente a Racing, también en el nocturno”.

Efectivamente; ese golazo, que por lo reciente debe estar en el recuerdo de todos, e suno de los más hermoso que se hayan visto. Recibió Erico un pase, cuando Scarcella arremetía le pasó la pelota por encima de la cabeza; antes de que tocara en el suelo hizo lo mismo con Rodriguez y, siempre en el aire, remató la jugada con un “cachetazo” soberbio, hacia un ángulo, rubricando así una jugada de extraordinaria calidad.

La linea de W es, a juicio de Erico, la formación más acertada para el ataque; los dos insiders rezagados, organizando la carga y, adelante, el centro forward con dos punteros.

“Hoy es necesario jugar a base de velocidad y exactitud de pase, con una preocupación constante: la de ganar un metro, aunque sea. Creo que hay que matar las jugadas evitando que se llegue al entrevero porque, una vez ahí, los fowards vamos a pura pérdida. Jugar en el área es algo dificilísimo. Yo lo puedo asegurar porque cada vez se me hace más difícil saltar frente al arco. Cuando no me abrazan, o me tiran de la camiseta es un codazo limpio que recibo en el vacío, o cualquier otro recuerdo por el estilo. Por esto creo que tiene mucha importancia el pique para dejar fuera de juego al primer contrario y en seguida hacer el pase al wing mejor colocado; sé que yo no siempre hago eso, porque cuando veo un claro propicio por ahi me voy a probar suerte. Ya le he dicho que el arco me gusta mucho…”

Como figuras de nuestras canchas, recuerda Erico que quien más le impresionó apenas llegado fue Bernabé Ferreyra – ¡tan distinto él! – y en los defensores, Corazzo y Fazio. Por casualidad, los dos son de Independiente…

“PUERTO NUEVO”

Hablando de fútbol Arsenio Pastor Erico es un hombre serio. Tiene en la charla iguales características que su compatriota Benitez Cácere: frases breves y nada de chistes. Otra cosa es cuando empieza a hablar de aspectos ajenos al field. Cuando se refiere, por ejemplo, a “Puerto Nuevo”. ¿No saben ustedes qué es eso? Es el mote que él mismo le ha puesto a la casita donde vive, en Merlo, junto con varios compatriotas, entre ellos Accinelli, Sosa Largo, Aveiro y Benitez, el ex goalkeeper de Atlanta.

“Le hemos llamado ‘Puerto Nuevo’ porque es el refugio de cuanto vago anda por el lugar. ¡Ahí sí que la pasabamos bien! He vivido en esa casa momentos felices. No pasa día sin que  tengamos visitas. Aquello parece la liga de las naciones; está “el turco”, “el ruso”, “el tano”…

La Casa de los “paraguas” en Merlo es, realmente, un paraíso, no muy silencioso por cierto, sobre todo cuando Accinelli y Sosa Largo tocan la guitarra para que canten”Manzanita” y “El manquito”. ¿Quién es el “manquito”? ¡El propio Erico! Desde que se vino abajo del séptimo piso en aquel match con Lanús-Talleres, los habitantes de “Puerto Nuevo” lo llaman así. Ahí el que no tiene apodo no sirve.

“Como cocinero lo tenemos a Benitez, que cocinaría muy bien si no fuera que él da por hacerse el inventor y prepara cada plato que, muchas veces, me basta mirarlos de lejos para darme cuenta y decirles: “Muchachos; me olvidaba que tengo una cita”… ¡Que los coma otro!”.

Ese “otro” era Accinelli. El “ñato” de es capaz de comerse un guiso de cemento armado con salsa de ropero.

“Lo que pasa – dice el propio Acinelli, defendiéndolo a Benítez – es que ustedes son muy delicados. Mi estómago, en cambio, es librepensador…”

Y el cocinero, que está pensando siempre en cosas nuevas, ya planea el menú para el día siguiente con una ensalada de pensamientos en flor.

En “Puerto Nuevo” se anima el ambiente cuando se reciben visitas extraordinarias. Benítez Cáceres, por ejemplo, suele ir por allá y se le recibe con los honores debidos. En las conversaciones se permite tocar todos los temas, menos el fútbol.

Accinelli, en uno de los pocos momentos libres que le dejó la lectura del programa turístico, preparó un elegante cartel que dice: “No hable de fútbol si no quiere que lo echemos”.

Los días en que reciben la visita del compatriota de Boca – Benítez Cáceres – se tiende el mantel de lujo y, después del almuerzo, el tapete verde, pedazo de un paño de billar salido quién sabe de dónde. Porque resulta que a don Delfín le gusta tirarle de la oreja a Jorge… a un centravo el poroto.

“El año pasado, para mi cumpleaños – cuenta Erico- hicimos una farra bárbara… Los “chicos visitantes” no encontraron mejor forma para agasajarme que jugar al tiro al blanco usando como proyectiles la fruta y como blanco los muebles. Después, con la intención de lavarlo todo, fueron trayendo baldes de agua, pero como hubiera sido mucho trabajo agarrar un cepillo y un trapo, creyeron más práctico vaciar los baldes sobre el conjunto, de manera que se bañaron los muebles, los invitados, las paredes y los techos… A la madrugada estábamos todos en el patio haciendo funcionar dos guitarras y una victrola… ¡Fué una farra fantástica!”

* * *

Le prometí a Erico hacer una visita a “Puerto Nuevo”, pero un día en que los muchachos estén tranquilos…

“Yo lo recibo – me advierte – siempre que en la nota de El Gráfico le mande un saludo a mis viejos, que están en Asunción y reciben su revista todas las semanas. ¿Quiere?…”

Si ya lo ha dicho él, ¿para qué repetirlo?

Íbamos a separarnos ya cuando me acordé de no le habia preguntado nada sobre el vasco Lecea. ¡Caramba!

!Vea, es mejor que le den vacaciones. Diga así, al pasar nomás, que ahora le llaman Shirley Temple. Pero no le haga ningún chiste. No diga tampoco que Cilenio Cuello se fué a la gira que hicimos juntos en Boca por Rosario y Córdoba con un traje a la cazadora y un sombrero verde; estando en La Falta, le prohibimos que se lo pusiera porque los burros se lo hubieran comido. No diga, por ejemplo, que debe contestar cien veces por día a quienes le preguntan: ¿Qué quiere decir Cilenio?…”

Yo no digo nada. Tampoco diré que al suplente de Bello no le gusta que Erico le haga goals en las prácticas. Ni que a Diottalevi, en las concentraciones, le destinan siempre la última pieza, porque en cuanto él se duerme despierta a todos.

¡Cómo había sido este mozo Erico!

Y, entretanto, ¿saben ustedes con qué se alimenta él? ¡Con tereré! Es una bebida inventada por los paraguayos especial para el verano: mate con agua helada. En “Puerto Nuevo” lo sirven en damajuanas desde la mañana hasta la noche.

¡Orgias de “tereré”!… Esos son muchachos divertidos.

 

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