Actualidad
Es el momento, es en casa
El último fin de semana se ganó otro partido con autoridad. Independiente se hizo fuerte en el Viaducto y anuló a Arsenal. Sin aplastarlo, lo fue sacando de la cancha y convirtiendo en momentos clave, como con Talleres, casi que el partido duró solo cuarenta y cinco minutos, con un complemento prácticamente de más. Hasta esa confianza da el equipo: parece difícil que se le escape un dos a cero arriba.
Además, encontró la forma de aprovechar jugadores que no explotaban del todo. Emiliano Rigoni era un mediocampista que pasaba más desapercibido; nos habían hecho creer que era un ocho de marca. Y fijate lo desequilibrante que es cuando recibe la pelota de frente al arco. Para esto lo quería Gallardo. Y Ezequiel Barco, mirá cuánto puede rendir juntándose con otros que le den la pelota al pie. Hay con qué.
Pero claro. Falta eso. El delirio en el Libertadores de América, el desahogo. El grito de triunfo, que es más calmo que el del gol, pero que deja adentro una felicidad incomparable a cualquier otra cosa. Independiente tiene que ratificar esta racha ganadora de visitante y los buenos rendimientos de local. Los triunfos de visitante que logró le tienen que dar a los jugadores la tranquilidad y la banca suficiente para calmar la ansiedad y poder lograrlo en Alsina y Bochini.
El rival es difícil; es un equipo que pelea por el campeonato, nada más y nada menos. Y tendrá que salir a ganar jugando de visitante y eso es bueno. Porque en primera instancia podremos ver cómo se las ingenia este conjunto para jugar contra uno igual o más fuerte y porque en segunda instancia Independiente no tendrá enfrente a un equipo que se conforme con un empate sin goles.
Están dadas las condiciones, ahora hay que ganar. Para que dejemos que nos invada la ilusión, para que dejemos de ponerle resistencia, para que saquemos los fantasmas del pasado. ¡Dejen que nos ilusionemos!