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Ese deseo llamado Insúa

Insua Federico Independiente

Sin lugar en el América de México por diferencias con Ramón Díaz, la posibilidad de que Federico Insúa vuelva a la Argentina es cada vez más fuerte. River e Independiente se lo disputan. “Que vuelva Federico es una posibilidad” , declaró Santoro. “Tuvo un gesto muy lindo el día de la presentación del estadio, me llamó, me felicitó por la obra y me manifestó su deseo de volver algún día” , sorprendió Comparada.

La reacción de los hinchas fue inmediata. Algunos no le perdonan la “traición” de jugar en Boca, otros siguen enamorados de su fútbol y reconocen que Independiente lo necesita para salir de esta mediocridad. En una encuesta realizada por InfiernoRojo el 77% pide su vuelta sobre más de 15 mil votos.

En esta nota, reflejamos una carta que llegó a InfiernoRojo de parte de un hincha.

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“Como te extraño”

No sabés cuanto te puteé esa noche Pocho. Esa fecha del Clausura 2001 la tengo bien latente, con un partido de tono agridulce. Ese Argentinos berreta en el que jugabas nos estaba ganando bien, con gol del ecuatoriano Hurtado. Ya desde antes venía diciéndole a mi viejo que había un enganche de Argentinos que la rompía, que la tenía atada, que era el refuerzo que había que traer para el campeonato que viene. Pero mi viejo salió con los tapones de punta diciendo que la camiseta del Rojo no se la pone cualquiera. Y justo estábamos ahí en la esquinita de la popular lateral, cuando te vimos matar el partido con un 2 a 0 de contra y de antología. Mi viejo me sacó por primera vez de una cancha antes de que terminara el partido, me subió rápido al auto y recién cuando ya cruzábamos el puente Pueyrredón, se animó a decir: “Ese pibe juega”.

Casi un año después ese capricho débil mío se transformó en realidad. Me envalentonó verte vestido de rojo, con ese escudo, con mi escudo, decorándote el pecho. Debutaste en un clásico para colmo, que ganamos 2-1. Y en la cancha del primo empezaste a mostrarnos de lo que eras capaz, y a medida que los partidos fueron corriendo, le hiciste a entender que la camiseta no te quedaba pesada, sino que te calzaba como un molde, como si estuviesen hechos el uno para el otro.

En el Apertura 2002 te vi consagrarte, dar una vuelta y sentirte crack, llevando el potrero al estadio, con la cabeza en alto y la pelota hacia delante, como dios manda.

Metías paredes, asistencias, tacos y firuletes. Verte en la cancha era un deleite, me sentía un privilegiado, un testigo de ese romance de tu zurda y la pelota.

Me tocó verte ir. Y dolió. Te ibas a Europa y te llevabas tu toque al viejo continente. No nos dejabas nada. Pero era entendible. Y no sabes el regocijo, la paz que tuve, ni las ganas de que llegue ya ese Apertura 2004 para volver a verte jugar con la roja, que tan bien supiste tratar. Volviste a estas pampas, y los resultados no te acompañaron, es verdad. Se perdió más de lo que se ganó. No tenías al Rolfi, ni al Cholo ni al Cuqui, pero así solito te las rebuscabas para cocinar los pocos bocadillos de fútbol que teníamos. Ni hablar cuando encontraste a ese pibito que te hizo la segunda, ese Kun que todavía no era pero empezaba a gestarse.

Te volviste a ir, y esta vez el agua que nos separaba no era la del Atlántico, sino la del Riachuelo.

Mil historias hay, cada uno tiene su versión y, la verdad, no me interesa saberlo. Lo único que aprendí es que el fútbol para vos y yo son dos cosas distintas. Para mí es una pasión y para vos es un trabajo. Y para muchos puede sonar sacrílego esto, pero es la pura verdad y no tiene nada de malo.

Esa tarde en la Bombonera estaba en la cancha con mi viejo. Otra vez, mismo partido. Nos tenías como querías y nosotros estábamos inertes ante el paseo. Y la vida te puso a prueba, ya que depositó esa pelota justo entre vos y el arco, sin nadie más. Y tu zurda, esa que me hizo tan feliz, me volvió a entristecer. Putee a Boca por el baile, putee al aire por no poder hacerle frente al partido, pero nunca te putee a vos. Era el partido, no vos. Era impotencia, no traición. Estaba todo mal, pero ese silencio en tu festejo me devolvió un poco de paz, porque nos demostraste que a pesar de tu laburo tenés memoria, de lo ídolo que fuiste, de la felicidad que nos diste, y de todo lo que Independiente te dio.

Hoy, estás en México pero tenés tantos posibles destinos como diarios existen. Y mi ilusión no puede evitar renacer, crecer y pensar que algún día te voy a volver a ver con tu 10 en la espalda y mi escudo en tu pecho.

La Gloria no se olvida Pocho, y siempre se la extraña.
La 10 y mis esperanzas te esperan.

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Sólo la comisión directiva de Independiente tiene la respuesta y la decisión está en sus manos. Los hinchas, simplemente quieren ver un Independiente protagonista en la cancha, quieren refuerzos que estén a la altura de Independiente, y que no les pese la camiseta del club. Nada de experimentos. Nada de amontonar jugadores baratos. Ir a lo seguro. A lo caro que termina siendo lo mas barato…

El tiempo lo dirá …

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