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El Independiente de Stillitano presentó errores groseros en el fondo por fallas individuales, pero también por cuestiones estructurales. Eso le costó la segunda derrota seguida en casa y los primeros silbidos.

Estaba el Diablo mal parado…

El Independiente de Stillitano presentó errores groseros en el fondo por fallas individuales, pero también por cuestiones estructurales. Eso le costó la segunda derrota seguida en casa y los primeros silbidos.

El Independiente de Stillitano presentó errores groseros en el fondo por fallas individuales, pero también por cuestiones estructurales. Eso le costó la segunda derrota seguida en casa y los primeros silbidos.

Ahí, en la esquina del barrio. Ahí, donde dobla el viento y se cruzan los atajos. Ahí, al Diablo lo agarraron mal parado. No una, sino varias veces. Así, la derrota fue inevitable y hubo rocanrol de silbidos contra el equipo en el final del 0-2 ante Defensa y Justicia, un resultado que tuvo justicia, pero no defensa de parte de Independiente.

Los errores fueron de todo tipo. Los hubo individuales, con pérdidas, con bloopers, con pases imprecisos. Pero también los hubo colectivos, con malos retrocesos, con desajustes en las marcas, con falta de relevos. Y, a su vez, Leandro Stillitano falló en la construcción de su planificación para este encuentro en algunas decisiones que terminaron influyendo dentro del campo, como puede ser la inclusión del juvenil Santiago Salle, de 18 años, en el lateral derecho.

Amparado en el argumento de que se encuentra en pleno proceso de armado del equipo, el entrenador cambia y cambia. Para este duelo contra los de Florencio Varela modificó más de medio equipo. Seis variantes metió con respecto al empate sin goles contra Vélez en Liniers de la semana pasada. Pero en vez de mejorar, el Rojo empeora y se muestra cada vez más desarmado.

En los dos goles de Defensa, Independiente quedó descompensado. Y, más allá de las equivocaciones personales, hubo una cuestión de postura colectiva que le facilitó el trabajo de contraataque al rival. Todo lo que Stillitano no pretendía, eso fue Independiente en la noche del domingo en Avellaneda: un equipo desequilibrado, descompensado, desarticulado entre ataque y defensa. Partido.

Kevin López perdió una pelota y de allí nació el contragolpe letal del primero del Halcón. López no solamente la perdió sino que no reaccionó para correrla y al menos intentar una recuperación. Y Uvita Fernández aprovechó para marcar en soledad ante la salida de Rodrigo Rey. La dupla López-Marcone tienta en el círculo central porque ofrece muy bien pié, pero sin Mulet, pierde piernas de marca.

En el segundo, otra vez quedó mal parado en el fondo el local. Y dos bloopers colaboraron para el gol de Santiago Solari: primero fue Damián Pérez quien perdió de manera débil e insólita la posición y después fue el pibe Salle quien en su intento por rechazar el balón, pifió y le dejó servido el panorama al hombre de Defensa.

Y si para colmo, cuando tenés una para descontar, Cauteruccio la tira por arriba del travesaño con todo el arco de frente y prácticamente sin marca… Se hace muy difícil. Un tiro libre de Juanito Cazares que dio en el palo y salió fue lo que hizo Independiente en ataque en el segundo tiempo. Tuvo más la pelota, pero como en partidos anteriores no supo cómo abordar el área de enfrente con peligro.

Claro que ya apostado en ataque, al Diablo lo volvieron a agarrar mal parado un par de veces más y el resultado pudo haber sido más gordo en contra. De una u otra forma, da igual. La segunda caída de local seguida le duele y le complica el trabajo a Stillitano, que seguramente tendrá que volver a cambiar para tratar de encontrar el funcionamiento y, sobre todo, un equilibrio para no quedar tan descompensado en el fondo.

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