Mientras el mundo del fútbol pronostica época de pañales, por Avellaneda las chances siguen intactas. En la parte más chica, de luchar por mantener la categoría y no descender otra vez. En la más grande y gloriosa, la nuestra, de pelear el título hasta el final.
Volvimos a perder y duele. Seguimos sin brillar y preocupa, más sabiendo que debemos afrontar lo que resta con varios jugadores que no están en plenitud física. Todo esto es cierto, pero también lo es que estamos ahí. Seguimos primeros solos y falta muy poco. El primer cachetazo, ante Velez, lo supimos asimilar y nos ayudó a ser más sólidos.
Tenemos el mejor técnico que podemos tener, un manager que trabaja de manager y un plantel al que si bien no le sobra nada ni en cantidad ni en calidad, es uno de los mejores de la temporada. Además actitudes como la de Tuzzio nos demuestran que podemos confiar en ellos. No me olvido de la displicencia de Gandín (de hecho soñé con eso), pero no es tiempo de gataflorismos que no nos conducen a nada. No es tiempo de eso, ahora hay que alentar y apoyar. Tenemos que estar. Los hinchas no ganamos partidos, pero si algunos jugadores están en un 70% hagamos lo posible para darles desde afuera el 30 que les falta. Después saquemos las conclusiones pertinentes y hagamos las críticas constructivas que creamos necesarias. Ahora reventemos el Libertadores, no se nos puede escapar.
Hace un año queríamos inmolarnos en la sede, no nos olvidemos de eso. Ahora solo nos quedan seis escalones, solo seis, que nos pueden conducir hacia un nuevo campeonato, o como mínimo, a un piso futbolístico que no teníamos hace un tiempo y que merecemos.
Estamos prácticamente clasificados para la Sudamericana, copa a la que entramos una sola vez empatando sobre el final en la última fecha con Arsenal. Estamos bien posicionados de cara a la Libertadores del año que viene. De mirar de reojo el promedio ni hablar…
Que haya pasado un tiempo sin que le saquemos brillo a nuestra chapa, no significa que no la tengamos. Somos Independiente, con todo lo que eso significa para los otros que están en las primeras posiciones. Estamos donde tenemos que estar, en la cima de la tabla y eso se lo debemos a este cuerpo técnico y a estos jugadores (Gandín y sus goles en los clásicos incluido).
¡Vamos muchachos! Estamos con ustedes.
