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Esto es un desastre

Independiente perdió 3-1 ante Crucero del Norte en su expedición a Misiones. Los de Omar De Felippe volvieron a dejar una actuación paupérrima. Hubo desatenciones en defensa que costaron goles y en ataque fue una lágrima. Crucero e Instituto con 52 se reparten el tercer puesto, el Rojo a dos puntos abajo. Así, el ascenso suena a utopía.

El enojo de Omar De Felippe es lo primero que se viene a la mente al momento de comenzar a redactar las instancias del partido. Es que Independiente a los 3 minutos ya estaba perdiendo por una desatención en defensa de Sergio Ojeda, quien le dio total libertad a Diego Calgaro para que con un frentazo fortísimo estampara el primer gol de la noche norteña.

Todo lo que se había planteado el cuerpo técnico cambió. Independiente tuvo que tomar la iniciativa en un terreno complicado y con un rival que mostró velocidad y contundencia en cada ataque. Es más, a los 13 minutos, de no ser por una salvada impresionante de Diego Rodríguez se podría haber vivido uno de los goles más lindos del torneo por la definición.

Y, quizás con un poco de vergüenza deportiva o simplemente porque la situación lo obligaba, Independiente empezó a mejorar un poco. Daniel Montenegro se acomodó más cerca del área rival, tuvo más participación Federico Mancuello y Hernán Fredes. De todas maneras a Sebastián Penco la pelota no le llegó nunca.

Así fue que a los 23 Mancuello luchó una pelota que fue recuperada por Fredes, al que le hicieron una falta cercana al área. El Rolfi se paró y cuando todos esperaban un remate seco, el Diez la colocó con toda su calidad por arriba de la barrera. Golazo del Rojo que llegaba al empate.

Sin embargo, poco duró. Exactamente a los 35, Mancuello sufre una falta casi al borde del área que Rapallini no cobró (el árbitro completó una gran tarea, a favor de local) y nació una pequeña contra a favor de Crucero que cortó Lucas Villalba, pero en lugar de cuidar la pelota intentó sacarse un rival y perdió la tenencia. Allí comenzó una carrera vertical del local que terminó en el 2-1 gracias al gol de Ernesto Alvarez. Era el mejor momento del Rojo y los misioneros lo golpearon fuertemente.

Pese a alguna arremetida del visitante, el resultado final del primer tiempo no sufrió variantes. Martín Zapata fue uno de los puntos más flojos por su carencia de precisión a la hora de atacar. Su ladero, Gabriel Vallés también tuvo una noche para el olvido y todo lo que había podido crear por izquierda o por el centro, quedó nulo.

Ya en el complemento Crucero se metió muy atrás y apostó sólo a la contra. Y bien que lo hizo, lamentablemente. Según iban pasando los minutos y el equipo no mostraba reacción comenzaron los manotazos de ahogados. Primero fue Matías Pisano por un flojísimo Zapata. Más tarde fue Cristian Menéndez el que ingresó por Lucas Villalba, relegando así a Mancuello a la zona del lateral. Por último, Insúa por Fredes. Igual, de nada sirvió.

En lo que es situaciones de riesgos hay que señalar la del primer minuto del complemento que Cáceres salva en la línea. En el arco de enfrente recién a los 14 el Rojo encontró un hueco, pero el remate seco del Rolfi se fue alto. Luego, fue el mismo Montenegro el que encaró y le marcó varias veces el pase a un Menéndez estático y tosco que nunca se movió y se diluyó la posibilidad.

En respuesta a los 19 una contra profunda terminó en una salvada genial del Ruso que le puso el pecho a Enzo Bruno y le dio un poco de aire al Rojo. Pero… cuando parecía que gracias a los remates de afuera Independiente podía llegar al empate, como el de Marcelo Vidal que se fue cerca, llegó el tercer tanto local y la liquidación del juego.

Otra vez Ernesto Alvarez, en esta ocasión casi desde abajo del arco, fue el que cambió por gol un centro rasante de Enzo Bruno que con su velocidad y frescura volvió loco al sector derecho de la defensa roja. Cabe mencionar que la contra nace por una pérdida del Rolfi en mitad de cancha.

Todo el resto del partido demostró la cruel realidad. Independiente fue un equipo desesperado, sin línea de juego, desordenado, sin ideas y sin alma. Un barco a la deriva con un capitán que ante el naufragio se mantiene, aunque cada vez parece tener menos idea de cómo continuar. Mientras, los hinchas y socios se desesperan viendo a Independiente derrumbado en la B Nacional, alejado de la zona de ascenso y agonizando… sólo aferrado a una nostalgia histórica muy lejana.

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