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Fabricó su propia jaula

Discurso elegante, digno de un entendedor del famoso “paladar negro” característico de nuestro gen. Sus cuerdas vocales endulzaron los oídos del hincha, a pesar de ser un simpatizante confeso de Racing. Invitó a ilusionarse con un Independiente ofensivo, simple y ganador

Por eso hoy la salida de Claudio Borghi provocó rabia, bronca y engaño. Tanto como el Bichi sintió las cargadas de los rivales por su condición de mormón y el mandamiento de llegar virgen al casamiento…

Innovó y probó con todo. Diagramó una pretemporada atípica para el fútbol argentino: apenas con 15 días de trabajo. Claro que encaja con su vida de futbolista. La leyenda cuenta que Arrigo Sacchi, en el Milan, lo vetó porque “cuando sus compañeros daban dos vueltas a la cancha, él iba por la primera”.

Dejó al platel a la deriva por EE.UU por su fobia a volar en avión. Aunque su lengua filosa y desdramatizadora nos seguía convenciendo. Se dio el lujo de no realizar entrenamientos de fútbol previos a cada competencia por el torneo. Se animó a improvizar a Carlos Matheu de volante por derecha a pesar de haber declarado “un polifuncional es un tipo que juega mal en todos lados”. Sin encontrar el rumbo, hizo lo propio con Mariano Herrón. A esa altura, el poder de la palabra lo convirtió en el orador del Siglo.

Con el correr de los partidos la gente empezó a desconfiar del líder espiritual. El poderoso discurso del nacido en Castelar ya no surtía el efecto esperanzador. El declive comenzó tras el duelo perdido contra Newell´s, donde luego se supo que varios integrantes del plantel asistieron a un cumpleaños previo al partido. El desorden florecía en Villa Domínico día tras día. El cachetazo del club Atlético Lanús lo dejó en terapia intensiva. Y, por último, la chilena de Leandro Díaz lo destronó.

 Durante su infancia, alejada de las obstentaciones y el bienestar económico, supo fabricar jaulas para pájaros para alimentar a sus siete hermanos. Después de 14 años –cruzó la Cordillera en 1994- y tras su exitoso paso por Chile volvió al país que lo vio nacer. Y claro, no perdió las mañas: construyó su propia jaula.

Por Diego Tobio para InfiernoRojo.com

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