Independiente cayó ante Central Córdoba y se sostiene el mismo dilema de siempre: las formas del DT y la postura del equipo.
Está claro que el accionar de Andrés Merlos influyó, concretamente, en la derrota de Independiente ante Central Córdoba por 2 a 1. Perjudicó al Rey de Copas, nuevamente. Sin embargo, hay un dilema que se sostiene en el tiempo y que, más allá de los últimos buenos resultados, en la derrota de ayer volvió a renacer. Tiene que ver con las formas que tiene Julio César Falcioni para encarar los partidos. Las mismas que condicionan al once y que disgusta al público de Independiente. No tiene que ver con la identidad del Rey de Copas. Puede sacar resultados y números optimistas, pero el convencimiento nunca va a aparecer. Eso se vio ante el Ferroviario, ante Talleres en la Copa Argentina, y demás encuentros.
Entre la apatía de algunos jugadores de este Independiente, los horrores defensivos que predominan y los planteos-formas de Julio César Falcioni para el desarrollo del juego, la irregularidad en el Rey de Copas abunda en gran magnitud.
Hay una realidad, y es que el funcionamiento y la mano de Julio César Falcioni como entrenador de Independiente, no se ven. Da la sensación de que este equipo se conforma con lo poco que puede generar y hasta ahí nomas. Eso se vio, claramente, con Talleres de Córdoba en Copa Argentina. Un equipo que quiso ir a los penales, y se quedó afuera allí.
Ayer volvió a caer de local frente a un rival inferior. En su casa, en el LdA-Ricardo Enrique Bochini. ¿Se puede perder? Sí, pero no como lo hace este Independiente: Jugando mal, tirándose atrás, defendiéndose y, por momentos, conformándose con la mediocridad. El tiempo escaza para este entrenador.