Finalmente no fue un partido más para este Independiente. Porque detrás del bochornoso rendimiento futbolístico, quedaron muchos temas para analizar.
Lo primero, es el papelón que todos observamos entre un equipo de profesionales y uno de cuarta categoría. Porque la decisión de no haber puesto titulares expuso ciertas determinaciones acerca de los refuerzos. Y sobran los ejemplos para citar. Es increíble el nivel de Gabriel Graciani –no pudo con su marca y mucho menos pasar al ataque con criterio-, José Valencia –pensé que en esa cancha ganaría alguna pelota en velocidad – y ni hablar de Claudio Aquino –hasta los pases cortos se los daba a un adversario-.
Y acerca del armado del equipo, tiene gran responsabilidad Jorge Almirón. Porque Lucas Villalba –que intentó hacer las veces de Mancuello- no es doble cinco y casi no jugó en su puesto natural en este último tiempo como marcador de punta izquierdo. El único que intentó algo diferente fue Martín Benítez. Más allá de que no le salieron las cosas, tuvo intenciones de ir hacia adelante y arrastrar al equipo, pero nunca encontró sociedades.
Debió haber puesto a los titulares el entrenador. Porque hay una semana antes del partido con Banfield. En todo caso, preservar a Mancu pero llevar el once del campeonato para afinar detalles.
Lo cierto, es que ya no le queda margen a Almirón. Su relación irreconciliable con la gente, los malos resultados en este campeonato y el bochorno de anoche en Córdoba, lo dejan muy mal parado de cara a lo que viene.
