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Gracias y hasta luego

Rolfi Montenegro

Gélido, caliente, pecho frío, gladiador. Miles de géneros recayeron sobre él. Lo cierto es que, pese a quien le pese, llevó la diez del Rojo con altura y orgullo. Nadie puede reprocharle nada, porque sin él no había fútbol y sin su presencia el árbol tapaba el bosque. Daniel Gastón Montenegro fue la flama que se mantuvo encendida entre tanta ceniza, el que le dio algo de brillo a un sol que jamás calentó las almas rojas.

En la boca queda un gusto amargo, quizás por no verlo alzarse con un título, tal vez por no vivirlo en un equipo que sepa rodearlo, pero el sabor más áspero queda al ver la cifra de la transacción. Sí, otra vez el hincha quedó de lado. Nadie entiende, gustos apartes, cómo se puede vender a una de las máximas figuras del fútbol argentino en una cifra tan baja, cuando los demás clubes piden ordinarieces cada vez que Independiente pregunta (¿pregunta?) por algún jugador que sea del gusto del entrenador.

Otra vez se falla, porque cuando más había que formar un equipo alrededor de Montenegro, la dirigencia optó por venderlo, razonando que es la única manera de poder reforzarse. Cómo ocurre esto si hace poco se vendió a jugadores por millonadas. Hoy en Independiente ocurre hasta lo más insólito. El club está patas para arriba, en un marco donde la risa se asemeja a un cruel llanto. Todos sabemos de dónde venimos, pero nadie sabe a dónde nos llevan.

Lo cierto es que el Rolfi se fue. Con ganas de emigrar pero con deseos de quedarse. Todavía es una incógnita quién será su reemplazante, porque a la cuestión económica se suma el desinterés de vestir una camiseta desteñida, maltratada y despojada de la gloria, donde historia y el orgullo siguen tendidos en el baúl de los recuerdos, rodeados de estrellas que brillan en vano.

Se fue Montenegro, por una puerta que parece demasiado trasera para una figura de su tipo. Pese a quien le pese, guste a quien le guste. Se fue el mejor jugador de Independiente, en otra muestra de pérdida de peso de un club que tambalea. Chau Rolfi, que la ilusión de una cuarta etapa en el club no sea en vano. Gracias y hasta luego.

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