Independiente y sus protagonistas cayeron en un lugar común recurrente durante todo el semestre: echar culpas afuera. Que la autocrítica sirva para crecer en lo que resta.
Hay que mejorar, no le tengamos miedo a las sentencias. Puesto que las mismas, analizadas inteligentemente, pueden y deben servir para crecer. Independiente se puso 3 objetivos durante el primer semestre del 2018 y solo le queda uno por cumplir, puesto que falló en los 2 restantes. Y en todos dependió de si mismo. Las falencias que determinaron que el equipo no haya logrado las 2 primeras metas propuestas son disímiles, pero las conclusiones deben entregar argumentos para sostener un crecimiento que aún es realizable.
Se falló y los fallos fueron estructurales. Pero el ejercicio de retrotraerse al inicio del año es aún mayor y en tal caso le corresponde a los hacedores del proyecto. Si podemos observar que durante el transcurso del torneo, el equipo, el técnico, los dirigentes y también los medios coincidimos en algo que no ha dado resultados: echar culpas afuera.
No porque no las haya: está claro que ha habido pésimos arbitrajes, que incluso de algunos se prestan a la sospecha y que hay una persecución mediática importante contra Independiente. Pero todos los protagonistas quizás exageramos en desviar la atención hacia esas situaciones y eso pudo haber nublado el foco puertas adentro. Porque a pesar de los fallos arbitrales – sólo por referirnos a ellos – este equipo pudo haber encontrado mayores argumentos futbolísticos para resolver sus propios problemas. Pero otra vez, al igual que la temporada pasada, se quedó a las puertas de la Libertadores por sus propias impericias.
¿Qué aún se puede clasificar a la Copa 2019? ¡Pero claro! Pero vamos, no siempre tiene que ser a través de la heroica, de la hazaña. Optimizar los recursos y simplificar las resoluciones es también ser consecuente con la idea de buscar elevar la vara ¿Fue más lindo clasificar a la actual Copa por ser campeón de la Sudamericana? Claro que sí. Pero la previsibilidad también ayuda al progreso. Y si el equipo se acostumbra a jugar la Libertadores – y clasifica a ella por la tabla, como debiera ser normal para un club con las aspiraciones de Independiente – tendrá más chance de ganarla.
Que la última semana sirva ejemplo. Desde el discurso, parecimos todos – DT, jugadores, dirigentes, medios – más preocupados por lo que hacía o dejaba de hacer el resto. Lo cierto es que “el resto” nos dejó el mejor escenario posible. Y nuevamente fue desaprovechado.
Que sirva, entonces, para retomar el camino introspectivo. Porque ya pasó y dio sus frutos. No es enemigo el que crítica, no son enemigos “los de adentro” por un cuestionamiento. Si ya los de afuera se encargaron sobradamente de dejar en claro que no quieren que Independiente crezca. Pongamos en práctica, en serio, ese concepto que instalamos: #TodosJuntos. Aún en la disidencia, aún en la discordancia. Porque al fin de cuentas todos queremos lo mismo. Eso que no quiere el resto, los que hoy celebran un tropiezo de Independiente.
