Independiente cayó 1-0 ante Huracán que con gol de Toranzo hundió más esta realidad del equipo que provocó la explosión de todos los hinchas. Banderas dadas vueltas, gritos, insultos y silbidos, fue lo único que generaron los jugadores sin alma, sin vergüenza, sin ideas y dañando en cada jugada la historia de este gran club. NO SE AGUANTA MAS.
En los primeros minutos el Rojo parecía que se haría el dueño del partido. El mediocampo de Vidal y Fredes estaba firme, cortaba y hacía jugar. Las subidas por los laterales, sobre todo en el sector de Mancuello presagiaban una noche distinta. Si bien Huracán podía dañar con la contra, Independiente estaba mejor.
Había más actitud en los jugadores que no perdían la segunda pelota. Es más, las divididas, la mayoría, eran del cuadro local hasta que…
Iban 25 minutos de juego. Pase en profundidad para Sebastián Penco que forcejea por su lugar y el defensor de Huracán le hace un penal claro e inocente. El dueño de la pena máxima es Daniel Montenegro que debía patear ante su equipo del corazón. El Rolfi realmente ejecutó mal y el arquero Díaz arrojó al tiro de esquina la ilusión de todos. Ahí se apagó el equipo.
Fue Huracán el que de a poco comenzó a animarse. El capitán y líder del Rojo erraba la posibilidad más importante en el encuentro. Y como suele suceder, salió mejor parado el que ganó la situación clave. Claro está que Independiente pudo haber aprovechado alguno de los tiros de esquinas que tuvo a su favor. Pero ni Penco ni Tula estuvieron acertados desde lo alto.
Así se fue el primer tiempo. Sin goles, pocas situaciones y un equipo que venía en caída. La gente silbó y buscó despertar así a un plantel que parece que cada vez encuentra más profundo su fondo.
En el complemento se dio cerca de los 8 una buena jugada del Rolfi que habilitó a Pisano, pero su remate se fue alto. Huracán había arrancado mejor, con un Defederico abierto por izquierda aprovechando la inexperiencia de Zárate y la lentitud de Tula para desequilibrar y llevar peligro.
Y la apertura del marcador llegaría tras una pelota perdida en la mitad del campo de juego. Caruso encaró la defensa que estaba en pleno retroceso, los volantes de contención no pudieron ayudar y Tula salió a buscar al delantero del Globo, que eludió y ante la salida de Zárate lo habilitó a Patricio Toranzo para el 1-0.
La bronca en todos fue tremenda. La gente comenzó a insultar e intentar hacer reaccionar al equipo, que dentro de la cancha sintió el gol como un golpe terrible. Tanto que recién llegando al final del encuentro alcanzó llevar peligro para igualar. De Felippe no acertó en los cambios y el Rojo seguía penando y haciendo llorar a su hinchas.
Quizás pudo haberlo igualado. También lo pudo haber perdido más abultadamente pero Diego Rodríguez se quedó con un mano a mano trascendental y los delanteros de Huracán no podían lograr profundidad.
Lo cierto es que Pezzotta decidió terminar el juego pasados 4 minutos de alargue. Ni siquiera en el final Independiente encontró los caminos. La desesperación, las ansias por darlo vuelta, la carencia total de ideas y por momentos la impericia profesional de los futbolistas y del cuerpo técnico resultaron de gravedad intensa. La situación es preocupante, la realidad escalofriante y el futuro angustiante.
