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Hoy volvemos todos

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Hace mucho que no te escribo, es cierto. De hecho no recuerdo bien si alguna vez lo hice. Pero de alguna manera estaba esperando un momento especial para hacerlo. Un momento que ameritara sentarme a conectar estas líneas. Y este es un momento especial. Son días y noches especiales. Semanas y meses contando los días, mirando fotos, videos, ilusionándome con cada pequeño avance. Bueno, qué te voy a contar si vos lo debes haber visto todo…

No me acuerdo de la primera vez. Seguramente debería ser muy chico y la infancia, entre tantas cosas lindas, tenía que tener el defecto de que no pudiéramos recordar con claridad ciertas cosas, determinados momentos. Papá se debe acordar. Si le pregunto, seguro que el viejo me dice hasta la fecha, el resultado del partido y quienes hicieron los goles. Un fenómeno el viejo. Pero no es lo mismo que si me acordara yo. En algún punto desconfiaría. Viste que con el tiempo las cosas se exageran mucho, y más en cuestiones de la redonda…

De la última vez, en cambio, sí me acuerdo. ¿Qué paradoja, no? Daría cualquier cosa por acordarme de la primera y olvidarme de la última. Aún sin saber realmente cómo fue aquel debut. Si, tenés razón, se me fue la mano. Es que me dio una bronca que la fiesta no fuera completa. Pero la cancha estaba como en los viejos buenos tiempos. Dos horas antes del partido, la esquina de Alsina y Bochini era un mar de diablos. Si, ahora Cordero es Bochini. Nunca en todos los años que fui a la cancha supe bien quién era ese tal Cordero como para tener una calle lindante con nuestra casa. Algo de ese tal Bochini me contó papá… algo.

Había sensaciones encontradas. En un momento, antes de que empezara el último partido en casa, lo descubrí a papá con la mirada perdida en la visera. No lo quise molestar ni interrumpirle ese momento que me pareció tan íntimo, pero seguramente estaría recordando alguna noche de Copa Libertadores sumergido en alguna avalancha de esas que provocaban los goles del Bocha, de Bertoni o de Bernao, uno de sus grandes ídolos (no se cansa de contarme lo que jugaba ese Bernao). Yo también por momentos me descubría asomado al balcón que daba a la que todavía era la calle Cordero y recordaba esas noches de Supercopa que para mí eran lo más parecido a aquellas noches de Libertadores que me contaba el viejo. ¿Te enteraste que en el 94 venían los brasileros y se comían de a 4, no? Santos, Gremio y Cruzeiro probaron el sabor de la vieja mística. Y asomado al balcón me acordaba también de la final con Boca y como el viejo me había permitido faltar al colegio porque se jugaba un día de semana. Y eso que con el viejo no se jodía con los estudios, eh.

Perdimos 2 a 1 con Gimnasia de Jujuy pero igual hubo fiesta. Esa pequeña derrota no podía empañar el festejo por las grandes alegrías que habíamos vivido en esa casa. Y aquel diciembre de 2006 nos fuimos dejando atrás a aquel gigante nacido en marzo de 1928, “primer estadio de cemento en Sudamérica”, como me enseñó a decir papá desde chiquito. Eso si lo recuerdo bien. Era mi caballito de batalla contra las cargadas de los chicos hinchas de otros equipos. Y funcionaba eh. Todos caían rendidos ante la frase que me había enseñado el viejo.

Hoy volvemos. La visera es historia pero ahora asoman las Gargantas del Diablo. No está en orden la casa. Le faltan algunas obras pero vos no sabes lo que es ir a otras casas a recibir a tus invitados. Por más que lleves tus muebles y tus adornos, no es lo mismo. Para colmo, el vecino que gentilmente nos prestaba la casa de al lado, un día se enojó porque no sabes la fiesta que armamos… No quiso prestárnosla más.

Hoy volvemos a recibir a nuestros invitados en nuestra casa. Vienen desde Santa Fe y son los únicos punteros del campeonato. Si, otro día te voy a contar como cambió el futbol argentino, no te preocupes.

Hoy volvemos todos. Con papá vamos a estar en la platea Erico alta, cerca de tu platea preferencial con esa vista privilegiada. Avisale al Pato, aunque ese ya debe saber si a ese no se le escapaba una. Lucas y Emiliano no pueden faltar eh. Decile al Chirola y al Palomo, también. No te olvides de Seoane, no te olvides de nadie porque hoy volvemos todos. Los que se quedaron, los que se fueron, los que estén en la cancha, los que estén a la distancia, todos. Hoy vuelvo yo. Vuelvo gracias a vos, que lo hiciste al viejo enfermo de Independiente y ¿viste cómo son las enfermedades hereditarias, no? Ahí voy a estar. Con esas ganas eternamente contenidas de abrazarte en algún gol porque alguien quiso que te fueras cinco meses antes de que yo llegara. Pero en cada abrazo con el viejo siento que estás ahí con nosotros con la boca llena de gol.

Hoy volvemos y te juro que de esta primera vez no me olvido nunca más Abuelo.

Juan Manuel Colomer para INFIERNOROJO

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