(COLUMNA DE OPINION) – No es lógica, es usar un poco la razón y rememorar nuestra identidad. Refrescar el saber, el sentir, el pensar del verdadero hincha de Independiente. Revolver las entrañas y descubrir, por allá abajo y en un manotazo de ilusión, que hubo épocas que mostraron un camino, que forjaron la grandeza de un club que, cuando quiere levantarse, vuelven a abofetearlo. Así está el Rojo, envuelto en una crisis de nervios, producto de un pésimo manejo dirigencial y de una opinión añeja, inverosímil por tantas patrañas cometidas.
Está claro que Independiente no es lo que era, pero no por algo facineroso, sino porque no lo dejan ser. Porque hoy un negociado es más importante que levantar una pared de la cancha, o porque un bolsillo pedigüeño se encarga de dilapidar las mejores intenciones futbolísticas.
Uno lo escucha hablar a Julio Comparada o a César Luis Menotti y se agarra la cabeza. Hablan los dirigentes y los oídos gritan desaforados pidiendo clemencia. ¿A dónde vamos? ¿Qué hicimos para merecer esto? Y que nadie hable del 76% de los votos porque Independiente tiene cuatro millones de hinchas. Entonces, los hinchas también deben comprometerse en cambiar este rumbo.
En tiempos odiosamente políticos, todo es demasiado vulgar. Las aves de rapiñas se encargan de comer del hígado de otro. Los que esgrimen el poder se jactan de ser víctimas de estos tiempos y terminan diciendo cosas que ni el más incrédulo cree. ¿Quién sufre? Claro, Independiente, un club castigado desde años, donde ahora se dan el lujo de probar, después de llamar a un entrenador que le de algo de oxígeno.
Probemos, total estamos bien. El año que viene será un clima electoral caliente, por ende, gastaremos otra vez un vagón de millones para tener un equipo “protagonista”. Por suerte, mucha de la gente que fue al Monumental, a ver un patética actuación del equipo -más allá del resultado final y del partido “parejo” que vio Menotti-, explotó y, mediante insultos, pidió un poco de clemencia, de paz, de amor por un club que no para de recibir sopapos.
Ahora Menotti habla de que cuando el vino Independiente estaba en una caótica situación. ¿Y hoy? Deudas millonarias, un equipo de regular para abajo y un entrenador que los usan como un ratón de laboratorio. Menotti habla de Guardiola y compara la situación del Barcelona con Independiente. Increíble, insólito y vergonzoso. Imaginen un equipo catalán dejando ir a Xavi, Iniesta e incorporando a Fredes y Pellerano.
El jueves el Libertadores de América será una olla popular a presión. El equipo manejará el control del fuego, aunque no debería ser así. La institución, además de los resultados, habría que analizarla desde el manejo, la política y la filosofía. El estigma de Independiente está lejos, que alguien le devuelva la memoria y unas muletas para empezar a caminar. Que alguien, de una vez por todas, nos devuelva nuestra identidad.