Tras el empate en el Sur ante Banfield mucho se habló sobre la importancia del punto obtenido. Lo cierto es que hubo aspectos del equipo que son para destacar y otros para modificar rápidamente.
Desde que Independiente descendió futbolística e institucionalmente los hinchas se dividen entre aquellos que sólo pretenden alentar para levantar el ánimo, tirar para adelante y lograr resurgir lo más rápido posible y los otros que desean seguir exigiendo y no se conforman con puntos inteligentes y cuestiones similares. Más allá de todo, los dos grupos anhelan lo mejor para el Rojo y, también, la imperiosa necesidad de volver a ser.
Ahora bien, ante Banfield se dio algo muy extraño. Los más pesimistas presagiaban el típico resultado saca técnico y, para fundamentarlo, se amparaban en la tétrica actuación defensiva de los dirigidos por Omar De Felippe y la verticalidad del conjunto de Almeyda. Asimismo, hacían eje en la falta de juego y contundencia del Rojo.
También estaban aquellos que soñaban con la resurrección de golpe, acompañada del famoso triunfador salvador. Y, los más austeros o quizás realista pensaban que el punto era bueno. La trillada frase “El punto sirve” o “El punto se valora” fue casi un hit.
Sin embargo, el objetivo de estas palabras es reconocer que más allá de los datos cuantitativos que marcan el reparto de unidades por el empate, la contundencia para marcar 3 y los desajustes de una defensa con dos centrales de actuación espantosa que permitió los goles del local, hubo factores que realmente deben ser valorados.
Por empezar lo trascendental. Se había rumoreado en la semana sobre la situación de De Felippe. Los jugadores habían comentado del famoso “respaldo”. La cuestión es que todos estaban expectantes y los futbolistas, más allá del resultado final, defendieron a su DT dentro del campo de juego. Y, Omar, lo resaltó: “Era importante ver la respuesta del plantel”.
Es que ya de arranque el equipo presionó, fue contundente, fue profundo y tuvo gran actitud. Hizo el desgaste y se fue ganando. En el segundo tiempo Banfield lo arrinconó y pese a todo, Independiente no pudo mantener el triunfo que lo tuvo dos veces. Claro que hay cosas para corregir, muchas todavía, pero con estos rendimientos es más llevadero.
Lo otro para resaltar y que le da valor al punto conseguido ante la cabeza del torneo y en su cancha, es que los perseguidores siguen sin terminar sus arremetidas y el Rojo, así, se mantiene en zona de ascenso. Es más, estiró a dos unidades su diferencia sobre Atlético Tucumán, conjunto que es una real amenaza.
El gol del Ruso Rodríguez y haber obtenido un penal a favor después de cuatro años de sequía también es un dato de color de optimismo. Más aún si el capitán del equipo, Daniel Montenegro, tras haber fallado en la fecha anterior le cedió su posible “revancha” al arquero, que no falló.
Lo que es preocupante y fue lo que atentó contra eso de jugar inteligente, cerrar espacios y mantener el resultado a favor fue la defensa. Para ser más precisos, el paupérrimo rendimiento de los centrales. Perdieron con un delantero que estuvo con la cabeza rota gran parte de la disputa, en los tres goles tienen incidencia negativa particular y no están dando la seguridad que ofrecieron en el semestre anterior. “Nos llegan y nos convierten. Tenemos que cambiarlo”, comentó el DT.
En fin, no soy de los que se conforman con poco. Es más, la exigencia y la calidad de la misma debe ir directamente relacionada con la existencia y la historia del Club Atlético Independiente.
Sin embargo, resalto el punto obtenido porque era una cancha difícil; un rival duro que sabe a qué juega y lo hace muy bien, con mucha verticalidad y profundidad, y sobre todo por estos aspectos: La respuesta del plantel hacia con el DT, los goles y las ganas del primer tiempo y la manera de buscar como en el segundo tanto. El camino debe ser el del inicio y para eso sólo hace falta trabajar, tener convencimiento de las tareas y dejar todo para que el objetivo se cumpla.
