Eduardo Domínguez contó un hecho que le tocó ver cuando dirigió a Alex Vigo en Colón.
El fútbol genera una pasión y una histeria que, muchas veces, enceguece a los hinchas. Cuando un futbolista rinde mal, poco importan su vida personal o sus problemas: Solo interesa que meta la pelota en el arco, porque para eso se le paga. Un pensamiento egoísta, pero lamentablemente real.
Hoy suena Alex Vigo para reforzar la defensa de Independiente, a quien Eduardo Domínguez ya le tocó dirigir. Cuando el lateral todavía no pasaba los 20 años, el entrenador notó un hecho que le llamó la atención: “Él tenía 18, 19 años. Terminamos la práctica y a los más jóvenes les hicimos un trabajo aparte. Vigo pidió salir porque le dolía la espalda, y yo pensaba: ‘¿Pero cómo puede ser, si estuviste todo el fin de semana en tu casa, libre?'”. Y siguió: “Nos enteramos de que había estado haciendo la losa con el padre, y había trabajado todo el fin de semana. Ahí dijimos: ‘Qué boludos que somos’. Eso tiene el fútbol argentino”.
Siguiendo con lo anterior, en diálogo con Clarín, Domínguez reflexionó: “El club exige venderlo en equis cantidad de plata, pero no lo cuidamos cuando lo tenemos en inferiores, o cuando lo suben a Primera“. Y cerró: “Hay que entender el contexto. Por más que el chico viva con su familia, esto es nuevo para él. Un jugador que hoy es titular vive con su pareja y no le alcanza para pagar el alquiler porque recién firmó su primer contrato”.
