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La cultura Racing

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En una nota publicada hoy en el Diario Olé, un fragmento de la misma graficó de manera perfecta una situación que se vivió ayer en el estadio Monumental:

“También hubo insultos. Y hubo furia contra otros players. Y hubo otra muestra común del River posmoderno: la racinguización de su idiosincrasia. ¿Por qué? Porque en el medio de la crónica hubo un fragmento en el que toda la cancha cantó con la emoción de un 3-0 a favor. Es decir, como en Avellaneda, los hinchas se hicieron hinchas de ellos mismos. “Parecen Racing”, se escuchó desde la Centenario. Y enseguida se hizo silencio. Tal vez porque los de River percibieron que este River cada vez es menos River.”

Seguramente esta situación aquí planteada sirva para el regodeo de los hinchas rojos, más aún después de un resultado que venía siendo esquivo al punto de tornarse insoportable, pero todavía deja una sensación de vergüenza ajena que ésto esté pasando en una institución a la cual quisiera ganarle siempre y aplastarla futbolísticamente, pero a la cual no se puede desconocerse su trayectoria y prestigio.

El hincha de River y el hincha en general que ha sabido cultivar un gusto por el buen fútbol, no puede enorgullecerse por afonías e inflar el pecho contando tickets vendidos. Y no digo que no puedan hacerlo desde el lado folklórico de las rivalidades entre las hinchadas, porque esas chicanas son hermosas, sino desde el lugar en que los ojos de esa gente están posados en la tribuna y no en el campo de juego, donde están los verdaderos protagonistas. Sobretodo en clubes como River o Independiente, donde es sabido y se cae de maduro que la concurrencia a los estadios durante el lapso de los torneos está asegurada al ser de los más populares en el fútbol argentino y sudamericano.

“A este club lo hace grande su gente”. Sí, estoy de acuerdo, pero no la gente que va y que canta sin parar mientras el equipo da lástima dentro del campo de juego, no la gente que celebra las victorias en las tribunas, no la gente que confunde idiotez con aliento. El aliento no puede ser porque sí, debe ser constructivo. Alentar también es saber reprobar en los momentos justos, alentar es poder participar, querer participar, hacer algo realmente útil por los colores que uno quiere y mamó de chico y no preocuparse solamente los domingos por el lapso de dos horas, para en el transcurso de la semana llenarse la boca de lo grandioso de la hinchada. ¿Llenar estadios? Obvio, pero con gente que tenga bien en claro que lo que lo hace grande a Independiente, es INDEPENDIENTE.

“Aunque ganes o pierdas, no me importa una mierda”. A mí sí me importa, y me duele cuando se pierde, cuando los jugadores no demuestran interés y profesionalidad. No hace falta que sientan estos colores, porque para eso estoy yo, pero con que tengan vergüenza y amor propio para sacar situaciones adelante es más que suficiente. Me importa cuando las dirigencias parecen ir en contra de sus votantes. Y me importa mucho cuando ese se transforma en el primer canto de guerra.

Puede haber quedado quizás un poco de lado aquello del “paladar negro”, pero yo todavía percibo que al hincha rojo, el aliento más sincero le nace cuando se siente representado, cuando hay una idea de juego, y si ésta falla, hay sacrificio para solventar esos baches, cuando hay un pase en cortado, cuando la pelota acaricia la red. Espero que esto perdure y que la “cultura Racing” no nos termine contagiando nunca, porque sepan que esa es la mayor diferencia que tenemos, y de eso sí debemos sentirnos orgullosos.

“Somos la número uno, que te sigue a todas partes, siempre con sus estandartes y un grito de corazón ROJO CAMPEON…” Y que sin ningún argumento sólido me digan amargo entonces, porque “…aunque nos lleven la contra todos los cuadros demás será siempre INDEPENDIENTE, EL ORGULLO NACIONAL”

Feliz de ser del MAS GRANDE.

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