Las estadísticas son claras para comprender cómo Vélez neutralizó a Independiente y le ganó por estar más metido.
El primer tiempo entre Independiente y Vélez fue relativamente parejo. Un buen avance desde la izquierda, comandado por Lucas Janson, culminó en gol de Maxi Romero sólo porque el remate de Fernando Gago se desvió en Alan Franco y habilitó al joven delantero. El Rojo tuvo sus avances y una situación muy clara en los pies de Sebastián Palacios. La igualdad hubiese sido justa, en 45 minutos de mediocre paridad.
Los problemas para el Rojo aparecieron en el segundo tiempo, con la necesidad de salir a buscar el resultado y proponer algo más que simplemente correr atrás del rival. Allí, el conjunto de Sebastián Beccacece no estuvo a la altura de la velocidad y la intensidad del de Gabriel Heinze. El toqueteo fue constante, moviendo la pelota de derecha a izquierda y recuperando 45 balones, ¡una barbaridad, teniendo en cuenta que Independiente sólo quitó 9!
7 disparos para el local y 6 para el visitante, 14 faltas para la V y 16 hizo el Diablo, posesión del 58% para el conjunto ganador. Independiente tuvo 9 tiros de esquina, lo que fue destacado por Beccacece en la conferencia de prensa, pero no acertó ningún cabezazo al arco. Otro dato relevante es que el Fortín realizó 352 pases (80% de efectividad), contra 248 del Rey de Copas (86% de efectividad); esto habla de la fluidez del juego que tuvo un equipo ante el otro.
A la estadística hay que ponerle concepto y este es que se notó a la legua que de un lado hubo una idea clara, con jugadores que la respetaron a raja tabla y del otro lado un conjunto en preparación, con muchas dudas, modificaciones y falta de estirpe, desnudada con el correr de los minutos y el cansancio.
