Tras la obtención de la Sudamericana, el plantel de Independiente permaneció un buen rato celebrando en el campo de juego junto con la gente de la hinchada y luego en el vestuario. En Avellaneda, la calles destilaban alegría…
El gol de Eduardo Tuzzio de penal le puso fin a la angustia y desató la alegría en Independiente. Luego de un partido plagado de sufrimiento, el Rojo volvió a ser campeón y las celebraciones fueron acordes.
Los jugadores cantaron, gritaron, corrieron con el trofeo como chicos, mientras que la gente, desde las tribunas, acompañó de lo lindo.
A la salida, Avellaneda estallaba: casi 8 cuadras de gente, desde la puerta de la Sede, cantando y festejando por el gran campeón, el Rey de Copas. Hasta hubo algunos que se animaron y se mandaron al Obelisco…