“Yo soy así, del Rojo hasta morir, de la cuna hasta el cajón, te voy a seguir”. Dirán que estoy loco, que el fútbol no es tan esencial en la vida, pero no me importa, si la pasión que despierta Independiente no lo hace nadie, es diferente, es inexplicable. Es tan hermoso que no hay situación que le haga par. Que me digan lo que quieran, total ¿qué sabrán los detractores de pasión?
Arranca la semana y las horas pasan lentas, y yo me muero por verte, por sentir tu aire profundo otra vez. Los días suspiran tediosos, ya no sé qué hacer. Pero por suerte ya está, pasó el sufrimiento y estoy a un pasito de reencontrarte, de devolverte con amor todo lo que me hacés sentir.
Me pediste que vaya bastante antes, para vivir la previa, para ponerle color y pasión a tu noche, querés vivir este gran momento con todos tus fieles, los que se bancaron los años más grises, y hoy, presos de ese amor descontrolado, están en las estrellas por verte tan feliz. Yo voy a ir, como tantos otros discípulos, con esa ilusión que condena el corazón, que alimenta los estímulos celulares en gotas de ímpetu.
¿Y qué me importa lo que digan?, si esos que critican nunca palparon lo que es el amor, el verdadero y puro amor. Hoy, los que te amamos, estamos más unidos que nunca, peleando por tu recuperación y soñando, empecinados, que otra historia dorada está por escribirse. Porque de pibes nos enseñaron a representar tu vida, a entender tu gloria y tu mística.
Hoy, los once que te representan y los millones que te sentimos tal como sos, vamos de la mano por el mismo sueño. Guardando en la cofradía del corazón esa esperanza y ese fuego sagrado que nos contagiaron los más grandes, los que forjaron esta tradición ganadora, pura, rica e intensa.
Queremos volver a ser, queremos levantarnos para nunca más besar la lona. Queremos estar siempre así, entrelazados por este amor lujurioso, por esa descontrolada sensación de sentirse hincha de Independiente. Este sábado el Rey nos espera, con su brillo y esplendor renaciendo de las tinieblas, esas que no queremos volver a visitar.
Por eso, vamos a comprometernos y mancomunarnos en una misma misión, dejar todo por estos jugadores que no paran de regalarnos alegrías, sobre todo a los más pibes, a los que le pusimos el pecho a la etapa más oscura del Rojo. Reventemos el Libertadores de América, pintémoslo de rojo, hagamos una verdadera marea para demostrar nuestro apoyo. Si lo hicimos en la peor época, no podemos faltar a nuestra propia fiesta. Alzá tu bandera y hacela rozar con el cielo. Mirá el escudo de tu camiseta y sentí tu orgullo. Lleva tu amor en forma de papeles, de humo rojo, como llevas ese corazón que explota por ver a Independiente.
Ya no hay dolor, Rojo, ya no duele y no va a doler. Y mañana va a ser un gran día, te lo digo yo, te lo dice la pasión, esa que llevás adentro y que mañana irradiará el Templo, nuestro único y verdadero Templo.
