Independiente volvió a sacar rédito de los juveniles tal como había pasado con Atlético Tucumán y esta vez fue clave para sacar, al menos, un punto.
Otra vez un mal arranque del equipo, otra vez 45 minutos para sufrir. Independiente había jugado el primer tiempo con Colón prácticamente sin llegar al arco rival, y una vez que Lucas Pusineri sacó a Andrés Roa, Pablo Hernández y Domingo Blanco, el panorama cambió. El Rojo se apostó más al ataque con Alan Soñora y Lucas González como principales estandartes y empezó a preocupar a Leonardo Burián.
Analicemos primero la salida de Roa. El colombiano no había siquiera gravitado en la primera mitad, no aportaba en el juego (lo que se le pide) y mucho menos en la marca. De 18 pases, logró acertar 10, y ninguno fue trascendental. En su reemplazo, entonces, ingresó Soñora, que apenas falló un pase de 22 y tres de ellos rompieron líneas. Además, el juvenil se animó al arco, aunque su remate se fue desviado. Con menos minutos en cancha, fue más que el ex Huracán.
La otra modificación que interesa analizar es la salida de Hernández. El Tucu intentó distribuir la pelota acertando 39 pases de 47, pero ninguno de ellos rompió líneas. Para colmo, con el correr de los minutos, cada vez se fue perdiendo más, mandando incluso una pelota al costado derecho de manera insólita que derivó en lateral para Colón. La variante entonces fue González que, hay que decirlo, fue decididamente más relevante. Acertó 19 pases de 21, pero eso es lo menos importante. Saltita, además, dio un pase bochinesco a Silvio Romero que el Chino no supo aprovechar para vencer la resistencia de Burián, y más tarde envió un centro directo a la cabeza de Lucas Rodríguez que el lateral cambió por gol para el empate. Lo que tenía que hacer Hernández, lo terminó haciendo Lucas González de gran manera.
¿Podría pensarse en un caso aislado? Difícilmente, porque Independiente venía de otro encuentro en el que los ingresos de Alan Soñora y Lucas González le dieron otro aire y le permitieron someter de nuevo al rival. Cuando el Rojo se había quedado sin resto en Tucumán ante un rival que se asomaba al arco de Sebastián Sosa, los juveniles ingresaron y tomaron las riendas para volver a servirle pelotas de gol a Romero, algo que el delantero no logró aprovechar. Con un equipo en plena formación, los jugadores que llegaron de Domínico toman cada vez más fuerza.
