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La vuelta mas deseada

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Volver, sentir, gozar. Amarte como siempre, vivirte como nunca. 1173 días pasaron desde aquella última vez en el glorioso y mítico templo de Alsina y Cordero (hoy Bochini) donde Independiente se despidió de su vieja cancha. Pasaron días de sufrimiento, de ver el estado de las obras, de putear, de alegrarse, de corromper contra la ineficacia de las fechas prometidas para la inauguración. Pero el día llegó, la hora señalada está a un paso, ese paso con el que todos los hinchas del Rojo soñamos desde que la puerta de la prestigiosa Doble Visera se cerró, aquel 8 de diciembre de 2006. Pasó el frío, el calor, el día y la noche. Pasaron inviernos, otoños, primaveras y veranos. Pasaron victorias, derrotas y empates. Alegrías y tristezas. Volvemos al templo, vuelve el fuego sagrado de sentirse locales, en casa.

Cómo olvidar la histórica mole de cemento que fue la primera en Sudámerica, que vivió las noches de copas más memorables de la historia. La que supo forjar una identidad y fue la principal participante de la eterna gloria de Independiente. Que presenció batallas y se mareó de tantas vueltas. Cómo olvidarte Doble Visera. Si fuiste una suerte de encuentro con mi primer gran amor, el más grande de todos. Con vos gocé y sufrí. Lloré de satisfacción y de tristeza. Te vi explotar con una marea roja inconfundiblemente pasional. Te sentí como a nadie y te amé como a pocas. Otra vez estás acá, con más glamour y más hermosa que la última vez, pero con esa particular presencia que perturba y te lleva a lo más alto del placer.

Te extrañe y te lloré. Cómo no te iba a clamar, si desde esa tarde donde mi papá y mi hermano me llevaron a verte no supe hablar de otra cosa más que de vos. Decían que eras fea y vieja. Están locos. Para mí eras la más hermosa de todas. Con vos compartí las mejores tardes y noches de mi vida. A veces me daban ganas de no existir, pero el amor era mucho más fuerte, y siempre volví.

Hoy volvés, con una estirpe renovada, pero con la gloria de siempre, la de ser la casa del Club Atlético Independiente. Te quiero volver a ver brillar, mi eterno gran amor. Te quiero volver a disfrutar y sólo te pido que esta vez no te vayas nunca más.

Vuelvo a cerrar los ojos, cuento los minutos y te sueño como hace más de dos años y medio: cautivante, iluminada de miles de corazones rojos que jamás te van a dejar de amar, que desde hace 1173 días no dejan de pensar en vos. Gracias por las alegrías, por la religión. Gracias por volver.

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