En una semana caliente, Independiente consiguió un triunfo apretado pero más valioso que el aire para respirar. En InfiernoRojo analizamos las claves de la victoria.
Cierta serenidad y arco en cero: en los primeros compases del partido, el clima del estadio, la incertidumbre por el rendimiento y el resultado, hacían suponer que la pelota iba a quemar como el fuego. De hecho, Fortaleza generó al menos tres situaciones claras de gol que por suerte no pudieron convertir. Sin embargo, pese a este contexto adverso, lo cierto es que el equipo se acomodó y disputó un encuentro con parámetros normales. Fundamental.
Impuso condiciones: Más allá de que el partido del Rojo arrancó flojo, lo real es que, al contrario de lo que se vio en los primeros minutos del clásico, esta vez el equipo tuvo una intención más ofensiva y clara para ganar el partido, haciendo que los rivales deban hacer tiempo casi desde el minuto cero. Importante.
Las expulsiones: Cuando el árbitro decidió dejar con diez a ambos equipos, el desarrollo del partido se reconfiguró. Y le vino bien a Independiente, porque hizo un partido con más espacios para el local y a los brasileños les costó seguir con las diagonales como habían intentado en el comienzo. Salió bien, digamos.
Reacción y gol: para el final del primer tiempo, con el equipo algo desdibujado y encima todavía con el 0 a 0, el clima se puso algo hostil. Al iniciar la segunda mitad, Independiente reaccionó, pobló el área rival y consiguió la apertura del marcador. Fundamental porque ese arco se iba a cerrar cada vez más.
Poco orden y fortuna: Con la intención de buscar más goles, pero al mismo tiempo con los nervios y la presión de saber que de ninguna manera podían convertirle, Independiente se desordenó, rompió líneas y abajo comenzó a ser cada vez más endeble. Se salvó por la fortuna de algunas acciones, o por buenos cortes de la defensa, pero en términos individuales. Como se dice en criollo: “y, zafamos”…
