Independiente jugó una nueva final en su rica historia copera y se quedó con un triunfo ajustado, pero que lo deja con chances netas de campeonar. En InfiernoRojo analizamos las claves de un partido chivo que el Rojo pudo sacar a flote.
Al frente, siempre: Este ciclo de Independiente se caracterizó, de ese empate en casa frente a San Martín de San Juan hasta hoy, en ir siempre hacia adelante. Y contra Flamengo, si bien tuvo dificultades, estuvo siempre cerca del área rival y en una atmósfera donde podía convertir algún gol. Fundamental, y más en una final.
Temperamento: Esto sin dudas es un factor fundamental para que el Rojo haya ganado el partido. Porque Flamengo se puso en ventaja y hasta estuvo ahí nomás de meter el segundo. Pero el equipo se plantó, dijo basta, y agarró la pelota para frenarle el carro al rival. Importantísimo que haya sucedido, sino hubiera sido un problema.
Desequilibrio: Si no se te erizó la piel y empezó a latir rápido el corazón cada vez que Ezequiel Barco, Maximiliano Meza, Martín Benítez o incluso Emanuel Gigliotti tocaban por los costados y desbordaban a los brasileros, no sos hincha de Independiente. ¡Qué gran partido de los muchachos! Clave tenerlos así, punzantes, desvergonzados, encaradores. Gracias a ellos llegaron los goles del Rojo.
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Frialdad para las decisiones que no gustan a la gente: Esto es importante, aunque no parezca. Ariel Holan entendió que si bien el tercero de Independiente podía llegar, también era una realidad que el mediocampo estaba quebrado, y Flamengo hacía lo que quería. Y con frialdad tomó decisiones que pueden no gustar en la tribuna: poner un mediocampista central que raspe, otro que pueda hacer doble función y cambiar el defensor central arriesgando a defender lo que queda del partido. Buena decisión: había que ganar.
Mística: Y por qué no nos vamos a encomendar un poco a lo abstracto y si se quiere sobrenatural. Cuando Independiente iba perdiendo 1 a 0 y Flamengo golpeaba, casi que reinaba una atmósfera de “hasta acá llegamos, ellos son mejores”… pero con un poco de coraje y entrega, y otro poco de mística, Independiente sacó a relucir esa gloriosa casaca roja para dar vuelta una final, y quedar a noventa minutos de otro Maracanazo.
