A Independiente se le escapó de las manos un triunfo casi sentenciado en un partido que alternó vaivenes de buenas y malas. Aquí analizamos las claves que llevaron al empate final.
Arranque encendido: Independiente comenzó vertical y con vocación de salir a ganarlo, algo que en líneas generales suele suceder pero luego se diluye. Contra el Lobo, el Rojo pudo convertir la apertura del marcador gracias a que Silvio Romero y Martín Benítez comenzaron encendidos. Importante para un partido que podría haberse cerrado de más, independientemente de que luego haya terminado en empate.
La expulsión: Factor determinante para todo el posterior desarrollo del partido. Sacando a un lado las dudas de Silvio Trucco, la sanción y expulsión es correcta. Clave para el partido, que con un Independiente fuerte podría haber terminado en goleada.
Construcción sólida y paulatina: Sin brillar ni acorralar al rival, el equipo fue lentamente creciendo pese a tener un futbolista menos en cancha. No se desmoronó y se fue acercando al gol, que terminó llegando a base de buen juego y tenencia de pelota.
La distracción final: Independiente por inercia se metió atrás para defender los tres puntos. Y cuando un equipo se mete atrás, tiene que hacerlo de forma ordenada y concentrada. Lo del Rojo en el cierre fue todo lo opuesto y, debido a esa desconcentración, llegó el inmerecido empate de Gimnasia.
El offside desapercibido: Esto es clave porque podría haber significado tiro libre a favor del Rojo y triunfo, aunque no sucedió. Pasó desapercibido, pero cuando parte el centro, Ezequiel Bonifacio parte fuera de juego. Y si bien no entra en contacto directamente con el balón, lo real es que hace uso beneficioso de la posición adelantada, arrastrando la marca de los jugadores de Independiente y luego convirtiendo el tanto. El gol no debió ser convalidado.