Otra vez, Independiente se cargó al entrenador de Racing. ¡Mirá!
El Clásico del domingo sigue resonando fuerte del otro lado de Avellaneda. Por mucho que la quieran dibujar, el triunfo de Independiente pegó fuerte en Racing, al punto de que los coletazos todavía se siguen sintiendo. A alguien tenían que cargar con la responsabilidad del resultado, y otra vez la ligó el entrenador.
Luego de que las redes sociales estallaran con opiniones sobre Juan Antonio Pizzi, algunos pidiendo su renuncia y otros burlándose por el paraguas, la cúpula dirigencial de la Academia se reunió con el directo técnico y decidió que lo mejor era apartarlo de la institución. Esta vez no hubo árbitro que lo ayude, y a Pizzi lo tapó el agua.
No es la primera vez que el Rojo se carga al entrenador del rival. Cuando el director técnico era Diego Cocca, en 2017, la suerte fue la misma. El Diablo fue al Cilindro con un equipo muleto y le ganó 1-0 con gol de Leandro Fernández. Al día siguiente, quien supo salir campeón con el vecino terminó dando un paso al costado, dejándole el lugar a Eduardo Coudet.
Y yendo más atrás, en 2012, el que sufrió fue Alfio Basile. Por la fecha 10 del Clausura, el dueño de Avellaneda goleó 4-1 a un pobre Racing con un doblete de Facundo Parra, un tanto de Patricio Vidal y otro de Patricio Rodríguez. El ídolo de la Academia, que ya había anticipado una posible renuncia en caso de una derrota, cumplió con su palabra y dejó el cargo, y nunca más volvió a dirigir otro equipo. En una entrevista con Fox Sports, el Coco aseguró: “El 12 de abril del 2012 me retiré del fútbol después del famoso quilombo. Teófilo Gutiérrez sacó un fierro y no me mató de casualidad”.
Ahora, la víctima fue Juan Antonio Pizzi, quien venía con dos triunfos, dos empates y seguía en la Copa Argentina. La derrota en el Clásico fue suficiente para que la dirigencia del vecino decida su renuncia, pese a que en los resultados no venían mal. Pero claro, pese a que dicen sentirse en el mejor momento, siempre les dolerá saber que están por debajo del Rey de Copas. Pizzi, en definitiva, no fue más que víctima del complejo de inferioridad que sufre el vecino, y que toda la vida será así.
