Connect with us

Locuras

locuras

Madre mía. No se porque lo estoy haciendo… Creo que debe haber mil motivos en mi cabeza que me dicen energicamente que no, pero si embargo estoy acá, en este auto… manejando pensando en las consecuencias de lo que voy a hacer. La calle me va quitando tiempo para concentración para meditarlo, para darle una segunda oportunidad a repensar esta locura, y creo que es mejor así.

En cualquier momento ese celular va a sonar. Va a ser ella. Va a volver de lo de mi suegra y se va a dar cuenta. Pero a vos no te preocupa, vos estas en otro lado, mirando por la ventanilla ese obelisco gigante, esta avenida eterna que no se termina más. No te importa lo que diga mi mujer, no emitis palabra alguna. Solamente te atrapan esos autos bulliciosos que nos pasan, y cada tanto me deslizas una sonrisa inocente, mientras no puedo dejar de mirarte, de recorrer ese rojo furioso que te adorna…

Me hipnotizaste, notando ese fuego en tus ojos al pasar las manos por tu ropa, al saludar con ese encanto que tenés a los autos vecinos mientras la 9 de julio se acaba y agarro la autopista. El celular sigue mudo, y solamente espero estar adentro para cuando suene, así ya no habrá vuelta atrás. Yo la conozco a mi mujer, y aunque me insulte y me recontra insulte, siempre encuentra una forma de convencerme. Bueno, hoy no quiero que me convenza. Hoy quiero vivir esta tarde mágica con vos, y solo con vos. Aunque ella no quiera.

Y eso que me lo advirtió! Recuerdo esa cena, cuando nos escapamos por domínico y ella estalló. Me dijo que si volvía a hacer algo así, no me iba a volver a hablar. Que no podía arriesgarme, que estoy grande para estas cosas y debo sentar cabeza. Y sin embargo… esto acá, cruzando el puente pueyrredón con vos al lado, con una sonrisa que pocas veces mi mujer me ha sacado, pero que hoy parece nueva, como recién estrenada, y todo por vos, solamente por vos.

Estacioné cerca, a dos cuadras nomás. Mejor me apuro, ya debe estar a punto de llamar. Uh, te tengo que ayudar a bajar, me había olvidado… perdoname, es que tengo la cabeza en otra cosa. Es que yo la quiero mucho a ella… pero esto es muy fuerte.

Ya casi llegamos, estamos en la esquina! que esquina! Si la habré soñado con vos al lado… Si te habré contado de ella mientras te dormías, ilustrando aventuras de chico y epopeyas de grande. Pero tus ojos siempre eran más pesados… y sucumbías antes de que terminara. Hoy, tenemos una historia juntos acá. Y se que te la voy a recordar siempre, tal vez con los ojos tan mojados como los tengo ahora.

La pu… Está sonando… ¡¿Qué hago?! Mejor atiendo.

Hola mi amor. Estoy en Avellaneda. Si, Ramiro está acá conmigo. No, no, no te… no, por favor, no te enojes mi amor. Ya se que me lo advertiste, no me hables más gorda si es lo que querés, pero lo tenía que traer. Tres añitos tiene el gordo y no conoce su casa. ¿Me querés decir como carajo no lo voy a traer? Dame un respiro, sabes lo que significa para mi gorda, es la pasión. Lo tengo acá con su banderita roja atada al cuello y el gorrito de mi viejo. Lo hago por mi, gorda, y por él también, que sepa que estuvo hoy en la vuelta a casa, a meterse en estas tribunas a estrenar, a que salte sobre mi espalda en la popular con 20.000 desconocidos, a que aplauda y de a poco mame los cantitos. A eso lo traje hoy, porque era un hincha de Independiente que no conocía su casa, y no aguantaba un día más sin que la pisara, la caminara y se enamorara de ella. A la noche hablamos y me seguís puteando si querés, pero hoy Ramirito va a conocer el Libertadores de América.

El gordo me mira fijo, con esa sonrisa que mantuvo durante todo el viaje, mientras saludaba a los demás hermanos rojos que venían para acá. Me sorprendo con lo rápido con lo que mi ceño fruncido se transforma en una risa cómplice y un rostro de padre que está contento pero llora, mientras da el primer paso adentro del templo. Yo lo recorrí mil veces, y veo un Estadio, tan lindo como el que teníamos. Veo la nueva Erico y dibujo con  mis manos esa visera larga y roja. Encuentro mil detalles nuevos, y así redescubro mil nuevos recuerdos. Pero la verdad Rami, yo no vine hoy a ver la cancha nueva. Hoy vine a que conocieras el templo. Ese que nunca pisaste y hoy bautizaste con tus pies. Habrá más o menos ladrillos, más cemento y sudor que hace 80 años, pero para mí, hoy lo importante es que tocaste tu tierra, tu lugar en el mundo.

Rami. Bienvenido a casa.

Por Rodrigo Gonzalez Santos para InfiernoRojo.com

Bochini: “Estoy feliz, los homenajes se tienen que hacer en vida”

Actualidad

Todo lo que tenes que saber para el regreso

Actualidad

Información importante de la vuelta al estadio

Actualidad

Futbol total en Avellaneda

Actualidad

Advertisement
Connect