El problema de Independiente va más allá de 3 puntos.
¿La caída en el Clásico de Avellaneda duele? Por supuesto que duele y hecha sal a una herida que permanece en carne viva hace mucho tiempo. El dolor de la derrota ante el rival de toda la vida es muy grande, principalmente por las formas, pero quedará sencillamente para la estadística. El problema de Independiente va más allá de 3 puntos.
Pese a quien le pese, el Rojo está a la deriva desde hace 20 años, y más también. Es un club que no puede sacar la cabeza del agua, que tocó fondo en 2013 y, lejos de reordenarse, emparcha la rueda con el auto andando. Es inviable, repleto de desmanejos dirigenciales, improvisaciones y falta de autocrítica real para ponerle un freno sincero a la debacle.
Lastima perder contra los vecinos, pero más lastima mirar para adentro y encontrar una institución sin rumbo. Institucional, financiera, deportiva y socialmente, el club está perdido, sin un norte claro. Acéfalo. Emparchado, tapando el sol con las manos. Hacen falta decisiones fuertes y presencia constante de parte de una comisión directiva unida en pos de Independiente, no para sostener una figura personal.
Si realmente Independiente está por encima de todo y de todos, es tiempo de poner tiempo. Porque Clásicos de Avellaneda hubo, hay y habrá muchos, pero el prestigio no se construye de un día para el otro.
