CARTA ABIERTA AL DIABLO 25 AÑOS DESPUES.
“Era una tarde de sol/ yo era campeón/ vos descendías” cantan miles de almas cada domingo, recordando aquel domingo. Para hacer honor a la verdad, no tengo a mano los datos del Servicio Meteorológico Nacional, pero jamás se me ocurriría contradecir a los muchachos que entonan con tanto entusiasmo la parte de ese himno, en que los hinchas de Independiente recordamos la epopeya más grande y gloriosa que jamás realizó ningún club del mundo en toda la historia del fútbol: salir campeón ganándole a su archienemigo de siempre. Con el agregado de que éste descienda en el mismo torneo. De este dato sí estoy seguro. Recorrí las estadísticas de todas las ligas del mundo y me puedo jactar de que ningún otro hincha de fútbol del planeta, sintió alguna vez lo que nosotros sentimos aquella tarde…de sol.
No soy creyente, pero ese día, con apenas trece años cumplidos, hice un pacto para toda la vida. Por supuesto, ese pacto no fue con Dios, sino con el Diablo. Vaya uno a saber porqué, pero horas antes del gran acontecimiento me encerré en mi habitación, prendí una vela, y me envolví en la bandera que tenía como cábala. Hice una promesa mirando al sótano del edificio de mis viejos y sentí como si frente a mí estuviera el propio Satán. Mirándolo firme a los ojos, pero con la voz algo temblorosa le dije: “si hoy me das esta alegría, te entrego mi alma para siempre”.
El cumplió. Yo también. Desde entonces, y después de aquel dos a cero en el que perdí una zapatilla en la avalancha del festejo del gol de Trossero, mi vida cambió para siempre. Viajé por el mundo alentando a los colores, perdí trabajos y novias que jamás entendieron esa pasión… y mucho menos de acuerdos con el diablo. Si hasta me cambié el apellido, para que él corrobore -por si en algún momento le surgían dudas- que esto era de verdad. Y para siempre.
Veinticinco años después, estoy orgulloso de ese juramento. Y por eso, cada domingo de sol o de lluvia, cuando los muchachos entonan ese himno que rememora aquel domingo, yo pongo especial énfasis en la parte que dice: “Cómo lo voy a olvidar/ fue lo mejor que me pasó en la vida”.
Y hoy, ya peinando mis primeras canas y con tres hijos en mi haber, volví a la casa de mis viejos. Me encerré otra vez en la habitación, que aún conserva algunos banderines y fotos de aquella época. Y ya sin velas, pero con el mismo entusiasmo de entonces, miré al sótano del edificio y otra vez apareció Satán. Por supuesto, renové el pacto. Pero esta vez incluí a mis hijos. Les recuerdo que no soy creyente, pero quien les dice, tal vez algún día este “milagro” se repita…
Damián Rojo.
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SUMATE A LA MOVIDA DE PROHIBIDO OLBIDAR PARA FESTEJAR LOS 25 AÑOS DE AQUEL 22-12-1983 CUANDO EL ROJO SALIO CAMPEON Y RACING SE FUE A LA “B”.
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