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Ni una alegría

Independiente perdió el clásico de Avellaneda 1-0. El gol del local lo marcó Diego Milito de penal. El equipo no demostró carácter y, sobre todo, ideas para atacar y resolver en tres cuartos de cancha. La defensa del Rojo tuvo un papel determinante también. El Ruso tapó varias. Era el momento de darle una alegría a la gente.

Son difíciles de analizar los clásicos. Independiente llegó al Cilindro de Avellaneda con un técnico criticado y con la necesidad de dar vuelta la situación. Esa fue la gran presión del equipo. El resto, era todo del local. La gente en las tribunas exigiendo ganar y conseguir algo que hace tiempo no lograban y con actitud se dio.

Independiente sufrió con los errores en defensa. Ya en el primer tiempo Gustavo Toledo le regaló la primera chance al local con un pase para atrás que habilitó a Bou. El mano a mano lo ganó Diego Rodríguez y el resultado se mantuvo en cero.

El Rojo había contado con algunas aproximaciones, pero poco. Tenía la pelota, manejaba los tiempos, pero el peligro estaba cuando atacaba el equipo de Diego Cocca. Salvo un remate de Matías Pisano al minuto de juego, el resto eran todas insinuaciones.

Por momentos era de ida y vuelta, pero el local aprovechaba cada error del Rojo. Y así fue que abrió el marcador. Pelotazo a las espaldas de los centrales, Víctor Cuesta que corre a Acuña y se tira al piso imprudentemente. Toca al futbolista y Germán Delfino cobró penal. Diego Milito, emblema de este equipo de Diego Cocca, se regaló y le regaló a sus hinchas el grito de gol. El Ruso se estiró pero no logró pararlo. Ahí lo ganó el local.

Iban 22 minutos de juego y el local encontraba la diferencia. A partir de ahí se dieron un par de chances en las que Lucas Albertengo pudo haber empatado, pero Saja fue determinante para mantener el cero en su arco.

En los últimos quince minutos se notó que los de Jorge Almirón estaban desorientados. No hilvanaban jugadas y si bien tuvieron alguna chance no lograron encontrar claridad. Matías Pisano y Federico Mancuello no encontraban los caminos y así se hacía muy difícil. Así se fue el primer tiempo. Delfino había acertado con el penal, pero falló en no expulsar a Acuña.

En el complemento, se dio lo que se esperaba. Independiente volcado, sin ideas y sin tantos jugadores de ataque, en búsqueda del empate. El local parado bien de contra. Y la hizo muy bien porque contó con chances claras y netas para ampliar el marcador. Claro está que siempre chocó con el Ruso que dejó con vida al Rojo en cada intervención.

En ataque nada se hizo. Albertengo no contó nunca con chances de cara a Saja. Riaño ingresó y casi no la tocó. Pisano jugó muy tibio. No encaró ni dañó nunca. Mancuello se desbordó. De tal manera que pegó casi sin pelota y Delfino lo expulsó directamente. Claramente midió con otra vara y el del Capitán vio su segunda expulsión consecutiva. Nada más se vio.

Lo cierto es que Delfino decretó el cierre del partido y los locales se desataron en la alegría. Independiente rápidamente se fue al vestuario con la cabeza gacha y sabiendo que una vez más su hinchada sale golpeada. En este 2015 aún no le dieron ninguna satisfacción al hincha que está siempre y que está cansado. Es hora de cambiar las cosas. Es hora de volver. Lo de este domingo hacía tiempo no se veía. Ellos festejando frente a nosotros. 

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