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Independiente domina ya saca ventaja en el primer tiempo, pero se refugia cerca de su arco en el segundo y lo paga muy caro. Y así la hemorragia de puntos se torna imparable. ¿Decisión del DT o reacción inconsciente del equipo? (Foto: Clarín)

No aguanta la presión

Independiente domina ya saca ventaja en el primer tiempo, pero se refugia cerca de su arco en el segundo y lo paga muy caro. Y así la hemorragia de puntos se torna imparable. ¿Decisión del DT o reacción inconsciente del equipo? (Foto: Clarín)

Independiente domina ya saca ventaja en el primer tiempo, pero se refugia cerca de su arco en el segundo y lo paga muy caro. Y así la hemorragia de puntos se torna imparable. ¿Decisión del DT o reacción inconsciente del equipo?

“Nos metimos atrás y ahí la cagamos”. La frase es de Alan Soñora, que con la franqueza en la boca resumió a la perfección por qué Independiente empató su cuarto partido consecutivo. El pibe, que había sido el autor del gol con el que el Rojo le ganaba bien al Vélez suplente tras un primer tiempo bueno, dijo sin vueltas lo que pasó. Luego Julio Falcioni aseguró que él no mandó a sus dirigidos a defenderse en el segundo tiempo. Pero esta no es una postura inusual en este equipo; ya lo hizo en recientes actuaciones con idéntico final: perdió puntos por refugiarse cerca de su área durante gran parte del complemento. ¿Es planificado o una reflejo inconsciente para cuidar el resultado?

La respuesta solamente la tiene el plantel y el cuerpo técnico. Por lo visto parece estar más cercano a la segunda opción. Independiente no la viene pasando nada bien en el torneo. La falta de regularidad durante todo el ciclo de Eduardo Dominguez fue erosionando la confianza. El cambio de entrenadores, incluidos los interinatos, y la incertidumbre tampoco ayudó. Ni hablar el clima agreste por el malestar generalizado por la crisis institucional. Más allá de que la fecha de las elecciones aportó algo de calma, la impaciencia ya es total.

Ante este panorama, los jugadores bien pueden querer atesorar el triunfo cuando se ven arriba en el marcador. La conducta viene siendo reiterativa en las últimas jornadas. Se ve un Diablo más agresivo, adelantado y decidido en los primeros 45 minutos. Y todo lo contrario suele ocurrir después del entretiempo y sobre todo en los tramos finales de los encuentros en los que la foto es la de un equipo metido atrás, con sus líneas juntas y peligrosamente pegado a su arquero.

Cuando los nervios también juegan y se cometen errores garrafales, la historia no termina nada bien. La presión parece ser demasiada para este Independiente con problemas de diván. Y así le cuesta resistir los resultados a favor. No pudo sostener la diferencia en el marcador contra Huracán, contra Godoy Cruz y contra Vélez. Y perdió en los últimos minutos contra River después de un primer tiempo sacrificado para disputar el duelo de igual a igual.

Puede que, tal como jura Falcioni, no existe una orden del DT para que automáticamente retrocedan varios metros y cambien de rol, de dominante a dominado. No obstante, eso es lo que se ve sobre el campo. En la tarde del domingo, fue notablemente visible cómo Vélez puso contra las cuerdas al local. El ingreso de los titulares en el segundo tiempo marcaron una diferencia de jerarquía inmediata en el juego, un poco por la calidad de los nombres ingresados (Bou, Pratto, Janson…) y otro poco por la barrera psicológica que eso causó en lo hombres de rojo, que no cruzaron más la mitad de la cancha y hasta empezaron a mostrarse dubitativos con la pelota en los pies.

Los cambios del Falcioni no fueron defensivos ya que hizo puesto por puesto para refrescar piernas y sostener lo que se venía haciendo: Pozzo por Batallini, Márquez por Leandro Fernández y Chucky Ferreyra por Benegas. No hubo, al menos esta vez, un indicio como para afirmar que desde el banco se buscó atrincherar al equipo. Sin embargo, volvió a pasar a pesar de las charlas que hubo en la semana entre el DT y sus muchachos para tratar de levantar en lo anímico.

Independiente se acostumbró a no ganar y eso parece estar afectándolo. Cuando tiene todo el escenario a favor para encaminarse al fin a una victoria, en vez de buscar liquidar la cuestión y continuar yendo al frente, opta por lo contrario como un mecanismo de defensa para cuidar ese gol de diferencia, que no es para nada suficiente. Ojo, si se sabe defender, no resulta una mala estrategia. Pero no es el caso de los de Avellaneda, que recaen en errores constantes del medio hacia atrás.

No se aguanta la presión. La situación lo supera. Y los puntos se escurren como agua entre los dedos mientras las fechas siguen pasando y la mejora no llega.

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