Independiente ganaba 2-0 con más efectividad que méritos, pero Lanús se lo empató fácil y pudo haberlo ganado. Mal partido del equipo de Sebastián Beccacece que se fue silbado y repudiado por los hinchas.
El Rojo llegó a la sexta de la Superliga con más dudas que certezas, pero Sebastián Beccacece cumplió con lo que adelantó en la semana: repetir el once que le había ganado a Colón de Santa Fe. El problema es que puso los nombres, pero no el juego. Independiente jamás supo qué hacer con la pelota, ni en los momentos favorables, ni cuando se vio superado por Lanús.
El Granate lo ahogó en la primera etapa, pero nunca disparó al arco de Martín Campaña. El 1-0 llegó por pura efectividad, luego de una jugada colectiva que terminó en desborde y centro preciso de Gastón Silva para que la desvíe Silvio Romero. Antes de eso sólo se había aproximado el Rojo con un pase de 70 metros de Nicolás Figal a un Sebastián Palacios irresoluto. Ventaja y complemento, sin luces y con sombras.
Beccacece entendió que debía sacar al uruguayo Silva para bajar a Juan Sánchez Miño al lateral y meter a Nicolás Domingo al medio. Al primer minuto, la lectura le salió bien, ya que Lanús perdió la pelota, Palacios la movió rápido y Pablo Pérez -sumamente errático en los 90′- asistió de manera magnifica al Chino Romero. Mano a mano, la picó y 2-0. Pura efectividad de nuevo. Hasta ahí, todo negocio: muy poca productividad para tanto resultado.
El conjunto de Luis Zubeldía llegó al empate con total simpleza. Primero por una falta de Alexander Barboza a José Sand que derivó en un tiro libre al ras de Lautaro Valenti. Un tiro al arco de Martín Campaña y un gol. 2-1. Pocos minutos después llegó el 2-2. Córner desde la derecha, le quedó a Sand y no perdonó. Quemó el arco, cuando el arquero todavía estaba girando en el área chica.
A partir de allí gobernaron los yerros, las desatenciones, los pelotazos a nadie, la desconfianza, los murmullos, los silbidos, la falta de ideas y la abundancia de arrebatos aislados. El visitante lo tuvo cuatro veces, con muchísima claridad, pero en dos oportunidades apareció la enormidad de Campaña y en las otras dos, Sánchez Miño en la línea.
Final, empate con sabor a nada y un clima muy tenso en el Libertadores de América. Independiente volvió a la nada misma. Independiente volvió a desilusionar y a mirar desde lejos la pelea de otro campeonato.
