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Novelas de nunca acabar

figueroa

Las novelas en Independiente parecen no tener fin. Ya pasaron Leonardo Pisculichi, Humberto Suazo y Mariano Pavone, entre otros, donde el cierre del libro de pases terminó por cachetear las ilusiones de una hinchada que ya no soporta otro traspié. Ahora, para seguir la usanza, se sumaron Luciano Figueroa y Andrés Silvera. ¿Cuándo vamos a aprender? La política de la dirigencia, de vender para poder comprar, se envuelve dentro de otra historia: buscar horizontes casi imposibles. Se sabe que lo de Lucho es una historia de tire y afloje, que no termina más, y peor aún, que puede terminar en la nada. Lo del Cuqui también es difícil, porque para traerlo hay que esperar una rescisión con San Lorenzo de Almagro.

¿Por qué siempre se busca lo complicado? ¿Por qué seguimos tropezando con la misma piedra? ¿Por qué no hay plata? Basta de poner la excusa del nuevo estadio como el principal problema. El substancial inconveniente es la mala política de los últimos tiempos, donde las cofradías hicieron estragos y las pésimas apuestas nos llevaron a estas arcas inocuas. Basta con repasar algunos nombres como el caso de Federico Higuaín, Lionel Ríos, José Moreno, entre pilones de apellidos que fracasaron e hicieron que el club se desplome.

Américo Gallego sabe que Silvera se pone la camiseta y rinde, tal como dijo el propio Tolo días atrás. El jugador quiere volver. Mientras Independiente se mantiene al margen de todas las negociaciones, algunos equipos, como Boca, buscan y tientan a jugadores de renombre. En cambio, desde Avellaneda, nadie se hace oír. Sólo un entrenador que fue saqueado de su máxima figura, para que a cambio se paguen deudas que se crearon con ayuda del pobre manejo futbolístico que aqueja a la institución desde hace varios años. El “Gavilán es mejor que Bolatti”, todavía retumba en los oídos de los hinchas.

Se habla de una posible venta millonaria de Leonel Nuñez. “Con la plata en la mano se negocia mejor”, dijo Julio Comparada días atrás. El problema, aparte de la plata, son los malos negocios. Bien lo sabrá Comparada y la cúpula dirigencial. No quedan dudas, la realidad está a la vista ¿Otra vez vamos a fracasar en el intento? Silvera espera, Figueroa deshoja la margarita, Ignacio Piatti deambula sin destino y Clemente Rodríguez, el nuevo fetiche, anda regalándose. Alguien que se haga oír. El teléfono descompuesto ya está putrefacto. Casi o tan como los más de cuatro millones de hinchas de Independiente, que de sólo pensar en el arranque de la nueva temporada, sufren de escalofríos. Una bien tiene que salir: ¿será mucho pedir?

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