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Pavada de elogio

Grandes hay muchos, gigante uno solo. Don Alfredo Di Stéfano, institución dentro de la que es, a todas luces, una de las más grandes del mundo como Real Madrid, levantó el teléfono para distinguir con sus palabras, don de gente y recuerdo intacto a Arsenio Erico (paraguayo, nacido un 30 de marzo de 1915 y que vivirá siempre).

El hacedor de la idea fue Fernando Niembro. Un día como ayer lunes, pero de la semana pasada, estando en Luque, no se sabe por qué le sugirió a Julio Grondona, presidente del Fútbol Argentino, que Martín Palermo (jugador de Boca, en proceso de recuperación) es una especie de Erico.

Haber visto el programa La Última Palabra en ese momento brindó una emoción doble.

Ser testigo de la respuesta del directivo, que rayó el cachetazo y delató una chispoteada, como dice El Chavo, expresando: “No, no, no. Vaya a preguntarle a Di Stéfano quién es Erico” representa una situación inolvidable. Fue el motor y principal motivo por el cual le tomé la palabra.

Una vez que don Alfredo oyó la anécdota, toda una anécdota trasmitida por Fox Sports, dio rienda suelta a la rememoración, cargada de categoría. “Un fenómeno es. Lo he visto jugar mucho. Con Sastre y De la Mata, hacían de todo. Erico es un símbolo de Independiente”, fue lo que contestó primeramente.

Mi papá, confeso admirador de Erico, siempre recuerda que Di Stéfano en diversos reportajes no hacía otra cosa que elogiar al Saltarín Rojo. Por eso fue imposible evitar el quiebre de voz y que el temblor de la mano que sostenía el tubo dijera presente. La situación en sí resultó un privilegio. Y más aún cuando del otro lado existía capacidad para decir la palabra exacta, para regalar una claridad conceptual sobre un autor e intérprete del buen fútbol, del fútbol bueno, como Erico, como Di Séfano.

“Erico es diferente a todos, a todo lo que vi. Un jugador notable. Todo lo que engloban, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista”, dijo Di Stéfano, 11 años menor de quien dejó la esfera terrenal un frío 23 de julio, hace 31 temporadas.

COMO UN… “Trampolín. Había algo de eso bajo sus botines. Movía bien las piernas, su cuerpo en sí. Tenía un salto único”, profundizó en detalles, para luego no gambetear, como bien lo hacía, un aspecto clave, al final de cuentas el que tiene mayor valor: “Un buen tipo era Erico. Buena gente eh”.

LA VIDA. La Saeta Rubia, su apodo, supo y pudo contestar la pregunta referida a si el fútbol, acaso en lo único que no le proveyó, fue juntarle con Erico en una misma delantera.

“La vida me hizo compartir y enfrentar deportivamente con buenos jugadores. La historia de la humanidad traza caminos. En algunos casos inmodificables. Me hubiera encantado. Aunque la imposibilidad que tuvimos de juntarnos no ha quitado que ambos brilláramos en los lugares que pisamos. No evitó el éxito de los dos y menos las comparaciones”, señaló una gloria lúcida, ratificando que grandes hay muchos, gigante uno solo.

Fuente: Ultima Hora

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