Independiente ganaba 2-0, pero dejó vivo a Instituto y lo lamentó: Fue 2-2 en el Libertadores de América.
Otra película de terror más en Avellaneda, esta vez con la vana ilusión de un posible triunfo. Independiente parecía haber reaccionado y le ganaba tranquilo a Instituto, pero se metió muy atrás y lo pagó realmente caro.
De arranque, el Rey de Copas fue una aplanadora. El mediocampo estaba fino y no dejaba pasar a los rivales, y los delanteros se mostraban picantes. De hecho, Martín Cauteruccio tuvo el 1-0 en sus pies, pero Jorge Carranza le atajó el zurdazo.
Sin embargo, más tarde, el delantero tuvo su revancha. Un manotazo de Leonel Mosevich obligó a Nicolás Ramírez a revisar la jugada en el VAR. Acto seguido, el árbitro pitó penal, y Cauteruccio lo cambió por gol. 1-0 clave para el local.
Independiente, aún así, no se conformaba, y seguía generando peligro. Un remate de Nicolás Vallejo reventó el travesaño, y el Rojo seguía buscando. Así, de contraataque, Martín Cauteruccio tuvo otra oportunidad, y su remate volvió a besar la red. Doblete del delantero.
Pero el partido se iba a sufrir, parecía estar escrito, y así fue. Instituto empezó a crecer de a poco, y aunque no lo merecía, consiguió el ansiado descuento. Luego de un centro muy bien ejecutado, Adrián Martínez cabeceó y venció la resistencia de Rodrigo Rey. 2-1 y a sufrir.
En el complemento, Independiente fue con todo, pero no concretó. Tuvo posibilidades para liquidar, pero dejó vivo al rival y lo lamentó. En una jugada de peligro, Nicolás Linares remató y Rey no pudo hacer nada. 2-2 y la misma historia de siempre.
El resto fue más de lo anterior. El Rojo se quedó sin ideas, y la Gloria lastimó constantemente a una defensa que brilló por su ausencia. El 2-2 se quedó corto para un elenco cordobés que, con poco, demostró que los dirigidos por Leandro Stillitano son sumamente endebles. Recién sobre el final el local intentó una reacción y llevarse el triunfo, pero fue tarde.
Pasan las fechas y, salvo algunos destellos, el Diablo no mejora. De a ratos muestra una reacción fugaz, y luego vuelve a caer en la mediocridad que lo viene caracterizando hasta ahora. Si el cuerpo técnico y los jugadores no empiezan a trabajar en serio, el final puede ser realmente el peor. ¡Despierten de una vez!
