Francisco Pizzini, que cerró el torneo anterior siendo importante por la banda para los goles de Sebastián Penco, marcó dos tantos para
Es uno de los pibes en los que se depositaban expectativas. Esos de los que los entrenadores de las divisiones inferiores siempre hablan bien. Sin embargo, le costó mucho demostrar sus cualidades en Primera División. Sí, la etapa que le tocó fue la más difícil. La presión, la imperiosa necesidad de ganar para no caer o para subir obligadamente mellaron su rendimiento.
De a poco fue sumando minutos y se fue ganando la confianza de Omar De Felippe para ser uno de los primeros recambios en ataque para darle frescura y lateralidad con dinámica a la ofensiva de Independiente. Así llegó al último encuentro, ante Huracán en la definición por el tercer ascenso, como relevo y pudo gritar su primer gol en la Primera.
Con el recambio del plantel y la búsqueda de nuevos aires nadie tenía asegurada la continuidad ni la titularidad. Más aún con la llegada del nuevo entrenador. Sin embargo, en el primer encuentro de la nueva temporada, por la Copa Argentina ante Belgrano, Jorge Almirón decidió incluirlo entre los once iniciales. Y el pibe respondió.
Fue clave en cada ataque por izquierda. Se asoció muy bien con Federico Mancuello y Matías Pisano. Desbordó y volvió loca a toda la defensa rival, sobre todo en el primer tiempo. Y tal fue su desempeño que se animó a probar a Olave. A los 23 minutos lo hizo revolcar y a los 24 su derechazo de sobre pique fue imposible y sólo tuvo destino de red.
El segundo tanto lo marcó, con ayuda en su definición por un rebote, a los 3 minutos del complemento. La habilitación previa de Pisano fue genial. Así el Rojo se ponía 2-0 y Pizzini volvía a convertir para marcar su primer doblete en Primera División.
Impensadamente Francisco Pizzini marcó los últimos tres goles oficiales de Independiente hasta su salida. Sí, a los 23 minutos del segundo tiempo le dejó su lugar a Federico Insúa. Un partido consagratorio para el pibe que ojalá logre mantener este nivel para fundamentar las expectativas que se depositaron en él.
