Las estadísticas dirán que el historial de Néstor Andrés Silvera enfrentando a Racing arroja una paridad total: 4 ganados, 4 empatados y 4 derrotas.
Sucede que se contemplan allí las dos derrotas con la camiseta de Huracán (ambas 1-2), poco tiempo después de su debut. Y también cuando, defendiendo los colores de Unión de Santa Fe, al Cuqui le tocó ganar (2-0), empatar (0-0 y 3-3) y perder (mal, por 0-6).
Pero estos fríos números estadísticos se transformaron por completo el día en que Silvera llegó al infierno: en el mercado de pases invernal de 2001, arribaba a Independiente el flaco desde Unión, mostrando credenciales de goleador (21 goles en Santa Fe, 8 de ellos en ese último semestre). Con la del Rojo, en el clásico, Silvera totaliza dos victorias y dos empates, con 3 gritos.
A poco de haber llegado, le tocó su primer clásico de Avellaneda,. Fue 1-1, una tarde de agosto, por el Apertura 01. Forlán hizo explotar la Doble Visera a 12 del final, pero en la última bola de la tarde, Rocha decidió mal y Loeschbor aceptó el regalo. Ese día el Cuqui pasó inadvertido: Enzo Trossero decidió reemplazarlo por Vuoso en el ST, en el único clásico en el que el delantero no pudo amargar (aún más) a Racing.
Seis meses más tarde, se verían las caras otra vez. Racing había logrado el campeonato 45 días atrás y el Rojo de Clausen /Bochini se encargó de los festejos. En condición de visitante, se adelantaba 1-0 tras gol de Vuoso, de penal. A los 28 ST Pablo Cuba le dejó su lugar al Cuqui y 8 minutos más tarde Silvera empezaba a escribir con rojo su historia de verdugo: palomita en cámara lenta, entrando por el segundo palo, en las narices de esa pobre gente que se tapaba los ojos para no ver… Sobre la hora llegaría el 1-2 final, gracias al descuento de Bedoya, ídolo total de aquellos tiempos, hasta su paso a Boca.
En agosto de 2002, fecha y escenario se pusieron de acuerdo para que se trate de un clásico raro, pero inolvidable: lunes, feriado y en el Monumental. El Rojo del Tolo de un lado, el Racing de Ardiles (¡Yes! ¡Yes!) del otro. Toti Ríos abrió la cuenta al cuarto de hora de juego, pero 3 minutos más tarde Baldassi se apresuraría al expulsar a Milito por una entrada desde atrás. Para colmo, a los 22, Romero cabeceaba en off side para nivelar a uno.
Pero aún con un jugador menos se modificaría el marcador: 43 del PT, corrida de Montenegro, asistencia a Silvera, quien ridiculizaba a Campagnuolo con su definición entre las piernas. En el complemento, quedará para los libros el debut de Pusineri en el Rojo y el doblete de Rolfi en el arco del tablero. 4-1 para la historia.
La última función del Cuqui (con la del Rojo) ante Racing se dio en el Clausura 03, en cancha de Lanús. Independiente venía sufriendo ese torneo (3 derrotas en 3 presentaciones) y ese partido no la pasó nada bien. Con el gol tempranero de Diego Milito, las cosas pintaban mal; hasta que Silvera sorprendió de lejos a Campagnuolo y la bola alcanzó el empate entrando por el segundo palo.
En su paso por San Lorenzo sumó una heróica victoria (remontando un 0-3 hasta el 4-3 final en el último minuto, aportando los primeros dos goles de la hazaña) y derrota 1-2.
El sábado a la noche, cuando apoyemos la cabeza en la almohada (vos, yo, Silvera, todos) vamos a soñar con que se repita la historia: el grito de “el CuquiGoool” que baja de las tribunas, el flaco volviendo a su campo, al trote y saludando con la mano en alto. Y dos tipos de celeste y blanco, con la cabeza gacha, listos para sacar del medio.