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Que se repita

tolo gallego

En lo que será la primera función del regreso del Tolo Gallego el próximo domingo ante Lanús a último turno, el destino le repartió una buena y una no tan buena al cabulero entrenador rojo: el primer rival es el mismo que en el Apertura 02, cuando forjó un equipo ganador, protagonista y difícil de olvidar.

Al mismo tiempo, lo que le debe haber sacado una mueca de fastidio al Tolo versión Reloaded es el escenario de su “re-debut”: el telón no se levantará como aquella vez en Alsina y Bochini, tampoco en el ahora tan rendidor y simpático Tomas Adolfo Ducó. La cita es en Guidi y Arias, fea intersección si las hay para el entrenador.

Recordemos entonces la buena, mejor. Eran tiempos en los que el Rojo había hecho mucho ruido en el mercado, después de haber terminado en el último escalón en el torneo previo, el Clausura 02.

Gallego empezó a dibujar en su mente un gran equipo, recuperando algunos jugadores con los que contaba e incorporando un mix de gran jerarquía y  algunas apuestas más riesgosas.

Los llevó a tiritar un mes y medio a Necochea, cuando el resto de los planteles todavía se estaban desperezando. Empezó a formar algo básico y elemental,  que desafortunadamente se extraña tanto por estos tiempos en el Rojo: un grupo bárbaro, comprometido con el DT y su idea, solidario, profesional, con hambre de gloria.

Fría noche la del sábado 27 de julio de 2002. Un amarrete Granate enfrente (no podía ser de otro modo: lo dirigía el Profe Córdoba) y el Rojo vestido de azul. Independiente lo buscó más y mejor que Lanús, lo tuvo antes en un penal malogrado por Domínguez.  Los de Córdoba, más que jugarlo, lo peleaban. Los de Gallego se quedaban sin caminos y Silvera sin un diente, cortesía del impotente Galván, seguramente harto de perder tantos clásicos en su pasado. En el epílogo, en un ráfaga, el Cuqui de cabeza tras un corner desde la derecha y Eluchans con  pierna inhábil (Tolo dixit) en su última excursión en ofensiva, pusieron la chapa del 2-0 final.

El Rojo salió a poner la cara esa noche
, en la primera fecha del torneo, ante treinta mil ansiosas almas rojas que confirmaron que había mucho camino por recorrer, que nada es mágico, que hacía falta mucho trabajo y que los nombres solos no forman un equipo.

Nos fuimos felices igual, por la victoria agónica, por empezar con el pie derecho. Y sobre todo, porque caímos en la cuenta que lo mejor estaba por venir.

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