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Que sigan los festejos

festejo

Se va 2009. Se termina un año que arrancó de la peor manera para Independiente y finalizó dejando un importante halo de optimismo de la mano de Américo Rubén Gallego y compañía…

Tras el alejamiento de Claudio Borghi en el Apertura 2008, en la novena jornada luego de perder ante Huracán, Miguel Angel Santoro tomó las riendas del equipo y, pese a que la labor de sus muchachos no fue buena (ganaron dos partidos, empataron otros dos y perdieron seis), a Pepé le dieron la chance de una vez armar todo a su gusto. Pero…

La historia no fue positiva. Al bombero se le quemaron los papeles y en el Clausura 09, el que abrió este año futbolístico, apenas duró siete partidos: los triunfos ante Boca, Racing y Newells, el empate con Vélez y las derrotas frente a San Martín de Tucumán, Gimnasia La Plata y Gimnasia de Jujuy.

En medio de rumores de complots para irlo a Pepé, y con la aprobación de la gran mayoría del pueblo rojo, desembarcó en Avellaneda Américo Rubén Gallego, el último DT que gritó campeón en Independiente. ″El que me contrate será candidato al título. Porque estoy como cuando empecé, en el 94″, había dicho meses antes el Tolo. Pero el arranque le costó.

Estuvo 12 partidos al frente del equipo en Clausura y peor no le pudo ir: ganó apenas tres, igualó dos y perdió siete. Se peleó con varios jugadores, separó a unos cuantos, los volvió a subir, utilizó a algunos pibes que después descartó rápidamente (como Franco Simonetti o Nicolás Delmonte) y todo hacía vislumbrar un final poco feliz.

Sin embargo, contrario a lo que se pensaba, Gallego se mostró más entero que antes, hizo una profunda depuración del plantel que se llevó, ni más ni menos, que a Daniel Montenegro y, en conjunción con César Luis Menotti, gran responsable del posterior buen semestre, armaron un equipo a pulmón.

″Prefiero ir la guerra al fixture que me tocó″, manifestó Gallego al enterarse que, entre otras cosas, el Rojo tendría que jugar de visitante los cuatro clásicos. Y, además, sabiendo también que todavía no podía sentirse del todo local estando lejos del Libertadores de América.

Luego de los magros 21 puntos obtenidos en el torneo anterior, el Apertura comenzó con altibajos propios de un equipo en formación: derrota con Newells, triunfo en Tucumán, trabajosa victoria ante Godoy Cruz, derrota con Estudiantes, empate con Vélez… costó el arranque.

Pero, de a poco, las piezas se fueron acomodando, el Rojo comenzó a funcionar como equipo y se vieron varios pasajes de buen fútbol que decantaron en alegrías inolvidables, como las victorias en la Bombonera y en el Monumental.

Pese a que no se pudo ingresar a la Copa, el cuarto puesto obtenido dejó un buen sabor de boca para Independiente. De las cenizas, del puesto 15 del Clausura dando pena por cualquier cancha, se pasó al 4to del Apertura, donde el Rojo se ganó otra vez el respeto de todos y, como yapa, volvió a jugar en casa.

El primer paso para seguir por un buen camino ya está dado: no habrá sangría de futbolistas para lo que viene. Si se cumple con alguno de los pedidos del Tolo, por qué no, a mitad de 2010 estaremos celebrando por volver a ver a Independiente allá arriba, de donde nunca debería haber bajado.

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