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Rambert: “Independiente me marcó como ser humano”

Pascualito atendió en exclusiva a InfiernoRojo desde Paraguay para charlar a fondo sobre el club de Avellaneda, en el que se formó y brilló. Sus goles más importantes, el avioncito y su hijo Tomás, que juega en la Reserva.

 

Pascualito habla y en cada palabra que hace referencia a un recuerdo de sus días pintado de rojo se le tranforma la mirada. Pascualito es Sebastián Rambert, uno de los jugadores ícono de los 90, campeón con Independiente y autor de goles importantes. Desde Paraguay, donde trabaja como asistente técnico de Daniel Garnero en Libertad, se engancha en el Mano a Mano Infernal para revivir viejos y buenos tiempos en el club de Avellaneda, hablar de la actualidad y también de su hijo Tomás, que se desempeña actualmente en Reserva.

 

Hace más de cuatro años fue a visitarlo a Garnero a tierras guaraníes. Se quedó unos días viendo fútbol con él y surgió la posibilidad de formar parte de su cuerpo técnico. “Siempre es más fácil trabajar con amigos y con gente que coincidís. La vida nos juntó y fuera del campo tenemos una amistad”, dice Rambert. Tras pasar por Guaraní y Olímpia, en un semestre y medio fueron campeones en Libertad. “Hemos tenido la posibilidad de poder ser competitivos en todo este tiempo”, tira y acepta el ida y vuelta que toca todos los temas a fondo.

 

-¿Con Garnero siguen hablando de Independiente entre ustedes?

-Siempre. Siempre surjen anécdotas o historias que las contamos para los que no estuvieron ahí. No por el fin de contarlas sino porque sale algo a colación de eso. A veces surjen por situaciones similares que nos toca vivir con jugadores. Son charlas que nos han marcado como las que tuvimos con Brindisi o con algún otro entrenador. Son expericencias laborales y de vida que nos tocó vivir en Independiente.

 

-¿Qué significó ese plantel del Rojo del ’94 en tu vida?

-Fue todo. Fue el equipo que hoy se sigue recordando por encima de los logros. Ese Independiente es recordado más por cómo jugaba. Ganó una Supercopa, una Recopa y un torneo, pero siempre te dicen “Cómo jugaba ese Independiente”. Ese equipo sometió rivales y jugaba un fútbol que a la gente le gustaba. En definitiva a mí me terminó marcando. Independiente me marcó como ser humano porque me formé dentro del club. Hoy, que no juego más, lo valoro mucho más. Grandes jugadores tuvieron carreras brillantes pero no hay tenido la posibilidad de tener logros. Yo era joven, recién empezaba más allá de tener algunos años entrenando con el plantel profesional. Los años anteriores habían sido difíciles. En el 94 se dieron cosas importantes, chicos que subimos, algunos que se afianzaron y con la llegada de algunos más experimentados se terminó de conformar un grupo de seres humanos excepcionales. Al día de hoy tenemos un grupo de whatsapp y todos los días existen conversaciones.

 

-¿Cómo se llama el grupo?

-Nada raro, Independiente del 94. En seguida todo el mundo se sumó. La propuesta fue de Craviotto y en seguida se sumó Gustavo López y en cuestión de horas estaba todo el equipo. Eso habla de lo que fue Independiente también.

 

-¿Es cierto que en ese vestuario te comiste varias puteadas?

-Sí. En esa época los más grandes nos indicaban a los más jóvenes el camino, pero no te lo indicaban hablándote; lo hacían a los golpes o a las puteadas. Y nosotros entendíamos que no debíamos sacar los pies de la línea. Pero esos mismos que nos hacían sentir su rigor en los entrenamientos, después eran los primeros que se querían agarrar a piñas para defendernos ante la primera patada el fin de semana. Es parte del derecho de piso que tenes que pagar para ir formándote. No pasaba tanto por la rigidez del vestuario, te podían llegar a agarrar con alguna patada. Antes del 94, cuando me tocó subir, me tocó con el Moncho Monzón, con Rubén Insúa, con Villarreal. Esos eran jugadores que te marcaban y te conducían. Si gambeteabas en los entrenamientos tranquilamente podías llegar a terminar en la Cordero. Después me tocó ir a River y las mayores puteadas las vi en ese vestuario. Y el fin era ganar y ser competitivo, no era por una cuestión de maltrato. Hoy vemos que está faltando esa gente de trayectoria que indica el camino.

 

-Hay algunos goles que te marcaron, como el que le hacés a Huracán en el 94 y los goles a Boca por la Supercopa. ¿Con cuáles te quedas?

-Es difícil. Contra Boca fue especial porque nos dio el logro y lo sufrimos. Nosotros tuvimos una Supercopa increíble porque en casa goleábamos, era una cátedra del juego. Y la final nos costó. Islas terminó siendo figura, más importante que lo que pude haber sido yo con el gol. El equipo del torneo local también era una orquesta. Jugaba a algo distinto, lo hacía con supremacía sobre el rival. Disfrutaba en la cancha y queríamos que los partidos no se terminaran porque podíamos hacer cuatro o cinco goles. El tramo final de ese Independiente fue así. Los goles con Boca fueron realmente especiales.

 

-¿Esa época de tu carrera fue la mejor?

-Ese Independiente y el primer River que me tocó vivir. Disfrutábamos dentro y fuera de la cancha. Había un grupo que tenía muy claro todo. En Independiente venía de formarme en el club, de Inferiores, de la Reserva, entonces lo disfrutaba mucho más desde lo deportivo y desde lo grupal. Hubo una etapa muy linda en el inicio en Zaragoza también.

 

-¿De dónde sacaste el avioncito?

-Fue medio casual. Justo el otro día lo hablábamos con Dani. Decía que un gol contra Huracán fue la primera vez que lo hice y no fue algo planeado, se dio en el momento. Es cierto que en los 90 cada jugador se identificaba con un festejo. A mí me tocó ver antes un festejo así por la tele de un jugador brasileño en un partido de mucha lluvia, pero cuando lo hice no fue pensando en eso. Se ve que algo me quedó.

 

-O sea que fue un acurrencia del momento.

-Sí. Creo que la primer vez que hago el avioncito, no fue con Huracán, sino con Lanús en cancha de Lanús. Antes de eso había hecho uno de los goles más importantes de mi carrera que me catapultó para tener más continuidad, que fue uno 2-2 a Boca en cancha de Independiente. Y lo festejé de otra forma. Desde Lanús quedó ya instalado.

 

-Mirá lo instalado que quedó que Maradona lo usó para festejar el gol de Palermo ante Perú cuando era DT de la Selección.

-Si. Y hasta me crucé y me sigo cruzando con gente que me dice “yo festejaba los goles como vos y mi vieja me retaba porque me romía la ropa”. Me cruzo con mucha gente así. Te sorprende. Uno no lo hacía para que me imiten. Pero encontrarte con gente que lo hacía es fuerte. Después de jugar empieza a haber melancolía y eso te reconforta.

 

-¿De Diego fuiste compañero en Boca y qué recuerdo te queda?

-Diego siempre fue muy compañero de todos los jugadores. Un líder, siempre te defendía y te representaba. Yo tengo anécdotas hermosas. Pude jugar con él. Eso me lo regaló el fútbol y la vida. Es de lo mejor que me tocó vivir.

 

-Hablando de Boca, en un torneo de verano ante Independiente hiciste un gol y te besaste la camiseta. Eso enojó a muchos hinchas del Rojo, ¿qué te pasó ese momento por la cabeza?

-En ese entonces el entrenador de Boca era el Bambino Veira y fue en un partido de verano. Yo estaba sorprendido por la actitud de la gente de Independiente para conmigo, insultándome desde el primer momento. No lo entendía. Ni si quiera era porque me había ido de Independiente a Boca porque cuando volví ni siquiera habían preguntado si existía la posibilidad de volver. Yo hago dos goles ese partido y el primero ni lo festejé. Y nadie se acuerda de eso. En el entretiempo viene el Bambino y me habla. Me dice que por favir me enfocara en el partido, que me olvidara de la gente, que eso era parte del pasado y que teníamos que convivir con eso. Verdaderamente fue una reacción de bronca. Yo soy hincha de Independiente y ese festejo me ha costado la relación con el hincha. Cuando terminó el partido, me voy al vestuario de Independiente y estaba Grondona. Le pedí disculpas y le expliqué mi reacción. Me dijo que lo entendía. Algunos dirigentes hicieron leña del árbol caída de esa reacción. Fue eso. Ni siquiera fue por identificación com Boca porque me sentí mucho más identificado con la camiseta de River en todo caso.

 

-¿Algunos hinchas todavía te lo recuerdan?

-A esta altura no me lo recuerdan. Supongo que estará aquel que lo recuerda.

 

-Tuviste varias operaciones de rodilla y te retiraste joven, ¿cuándo te diste cuenta de que ya no daba para más?

-Lo venía padeciendo. Hacía años que venía sufriendo. Años de sacrificio, molestia y dolor. Lo sufrí y fue más un alivio físico que otra cosa. Desde lo mental entendí que era lo que me estaba pasando y que me costaba ser competitivo como yo quería. Por eso decidí retirarme y no dar vueltas de un lado para el otro.

 

-¿Sos de seguir al Rojo y ver los partidos?

-Sí, cuando coinciden los horarios y no estoy trabajando. Nosotros seguimos todo el tiempo al fútbol argentino porque miramos jugadores más allá de Independiente en sí. La realidad es que es difícil para el hincha porque nosotros no ponemos en la balanza para analizar cada partido que Independiente pasa por una situación difícil, que hay muchos jóvenes en formación, que lo económico generó que muchos jóvenes tengan que ser parte del plantel. Después de cada resultado no volvemos a eso. La regularidad para un entrenador no es algo fácil de lograr cuando todo el tiempo te van cambiando el equipo. Admiro lo que ha hecho Falcioni y reconozco la etapa difícil que ha tenido Pusineri, en donde le costó incorporar y se fueron jugadores. No es fácil. Reconozco que a lo largo de los años Independiente creció y hoy tiene una infraestructura idónea a los equipos importantes del fútbol sudamericano. La economía argentina hace que a los equipos les sea mucho más difícil ser competitivos, competir ante Brasil, en donde abrieron la posibilidad a grupos de inversores para que aoporten. Eso siempre será difícil. Nosotros halagamos todo el tiempo al fútbol europeo, pero cuando hay grupos inversores que quieren invertir en los equipos o ser dueños de los clubes decimos que no porque se pierde identidad. Y la identidad es difícil de perderla. El Manchester United sigue siendo el Manchester United a pesar de que tenga su dueño. Sufrís desde lo económico y repercute en el juego, es así.

 

-¿En algún momento te gustaría volver a ser DT? ¿Te gustaría dirigir al Rojo?

-No. Ni siquiera me lo planteo a largo plazo. Hoy acompaño a Daniel y estoy feliz con lo que hago. Coincido en las ideas y en las formas y así es más fácil. Me siento identificado con eso y me da la posibilidad de estar a gusto en el lugar que me toca.

 

-Bueno quizá en algún momento te toca volver siendo asistente de Garnero…

-Sí, lo sé. Siempre habrá una afinidad con Independiente. Pero nosotros no nos ponemos en la situación de otros entrenadores. Cuando estas en un lugar y hablan de otros no es lindo. Por eso intentamos evitar esas situaciones. Evitamos decir “sí, me gustaría volver”, porque eso puede generar cosas en la gente que está hoy. Creo que se están haciendo bien las cosas y el futuro dirá. Nosotros estamos felices en Libertad y Dios quiera que podamos seguir cosechando éxitos aquí.

 

(Subtítulo)

Pascualito y cómo ve a su hijo Tomás creciendo en Independiente

 

“Son emociones ambiguas”, dice Pascualito al referirse a lo que siente al ver a Tomás, su hijo de 17 años, que juega en la Reserva de Independiente y sigue sus pasos. “Está el miedo -explica- de que pueda hacerlo y que pueda buscar sus sueños y su camino. A él siempre se le ha inculcado en casa que debe hacer lo que quiere y que debe esforzarse mucho para cumplir sus sueños. Que debe ser feliz en la vida. Si jugar al fútbol le da felicidad, nosotros lo apoyaremos. Es un chico que se esfuerza mucho por lograr lo que él desea. Juega desde muy chiquito en Independiente. Se adapta a los procesos. Hoy verlo me pone feliz. Todavía tiene que hacer un camino y seguir luchando”.

 

-¿Qué cosas que hayas hecho vos le decís que no lo repita?

-Después de tantos años yo digo que el trabajar, el formarse, el desarrollar la técnica individual es lo que termina marcando la diferencia. El que es bueno técnicamente juega siempre en cualquier equipo de cualquier parte del mundo. Aquello que parece de escuelita y algo tonto es lo que te termina haciendo mejor jugador. Son más consejos desde ese lado. Los más chicos deben aprender equivocándose y el entrenador debe ser permisivo en ese sentido.

 

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