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Recuerdos imborrables

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Es verdaderamente dificultoso destacar algún clásico con Racing. Todos, aún más aquellos en los que la gente del Rojo se fue festejando, tienen algo en especial, esa pisca necesaria para asegurar que pese a todo en el barrio manda Independiente. Existe una frase capitalizada por la gente e inmortalizada por los Auténticos Decadentes: “Cómo me voy a olvidar”. De eso se trata esto señores.

Desde que la Asociación del Fútbol Argentino encabezada, dirigida y comandada por el señor Julio Grondona, instauró los torneos cortos en la Argentina, el Rojo no paró de cargar y disfrutar enfrentando a Racing. En 1990, año en que arrancó esta modalidad de campeonatos (Apertura-Clausura), Independiente enfrentó 38 veces a la Academia, ganando en 13 oportunidades, igualando en 20 y cayendo sólo en cinco.

El problema se plantea cuando se debe elegir cuáles fueron los triunfos más recordados. Simple y llanamente es imposible. Todos tienen un matiz gracioso y emblemático.

La victoria 2-0 en el Apertura 1994 con goles de Hugo “Perico” Pérez y Gustavo López en el Cilindro no sólo fue la primera en torneos cortos, sino que además cortó una larga racha negativa del Rojo en los clásicos y fue una alegría inmensa para todos.

El año 1997 estuvo caracterizado por dos triunfos rojos. En el Juan Domingo Perón, Calderón marcaba un doblete inolvidable, ya que el segundo gol lo convertía en el minuto 44 tras el empate de penal de Ubeda. La decepción se apoderó de la hinchada local y la fiesta, como siempre, se dio en colores rojos. En el Apertura, con goles de Guerrero y Reggi, Independiente festejaba en casa un clásico después de muchos años. Fue 2-0 final, con cinco expulsados: Capria, Mac Allister, De Vicente, Trotta y Garnero.

Otra vez en el Cilindro el Rojo se llevaba un 2-0 gracias a los goles de Calderón y Cristian Gómez. Ya en el Clausura 2000, en una tarde de mucha lluvia (“los de Racing que no paran de llorar”, gritaba la hinchada) Marioni y Cambiasso regalaban un muy festejado 2-1. El tanto académico fue obra del “Diablo” Monserrat. Paradójico.

Cambiasso y “Perita” Vuoso dos futbolistas entrañables, fueron los encargados del 2-0 en cancha de Racing, por el Apertura 2000. Ese día quedará marcado como el del abandono. La hinchada local fue a buscar a la del Rojo, la policía los detuvo y la vergüenza otra vez se vistió de celeste y blanco.

En el Clausura 2002, Racing venía agrandado de salir campeón. Obviamente, Independiente le volvió  a enseñar. Gol de Vuoso de penal y de Silvera, inolvidable, de palomita (fue el primero a la Academia con la casaca del Rojo).

Lo mismo sucedió en el Apertura 2002, aunque en este caso y con otro plantel, el Rojo lo llevó de visita a Núñez, lo sacó a bailar y lo terminó mareando. El 4-1 fue obra de Ríos, Silvera y Montenegro por dos. Otra vez, un triunfo que lo encaminó al título.

Jairo Castillo, tras pase de Lorefice, fue el que regaló la alegría en el Apertura 2004. “Para vos Pato Pastoriza”, rezaban una remera blanca y la cara del colombiano que estampó el 1-0 final y recordó a un tipo de la casa que hacía poco se había ido.

Comienza la zaga del Kun. Dos clásicos memorables, imposibles de arrancar de la memoria. El primero en el Apertura 2005: tres de Nico Frutos y uno, antológico, de Sergio Agüero. Resultado final 4-0. Para colmo, la hinchada de Racing volvió a abandonar y esta vez se prendió fuego. El segundo, en el Clausura 2006, con dos de Agüero en el Cilindro (en el último tanto dejó tirado a Menghi y ridiculizado a Campagnuolo). Para rematarla les dedicó una canción.

Vuelve el Rolfi a ser protagonista. No le bastó con las pinceladas en el Monumental en el 2002. Primero se encargó de la Academia en el Apertura 2006, marcando dos goles en lo que sería el último clásico en la vieja Doble Visera. Otra vez abandono, y van…

La tercera parte de la zaga de Montenegro fue en el Clausura 2009. El último clásico jugado hace unos meses. El Rojo fue local en el Tomás A. Ducó, de Huracán y le ganó en todos lados. Pusineri de cabeza y el Rolfi de penal. Esta vez y contra todos los pronósticos no hubo abandono, pero lo cómico fue que en medio del entretiempo se les rompió la bandera cuando la abrieron.

Esto demuestra, por enésima vez, que el Rojo manda, que el Rojo siempre da fiesta y que el Rojo es el más grande. Que sea un jolgorio, y pese a que sólo dejarán entrar poco más de 5000 hinchas, tengamos un sin fin de almas alentando en todo el planeta.

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