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Justo después de que se destrabó el conflicto por la fecha de las elecciones que mantenía en vilo a todo el club, Independiente volvió a ganar y a gustar al golear 3-0 a Colón en Santa Fe. ¿Casualidad o causalidad?

Se desbloqueó el Diablo

Justo después de que se destrabó el conflicto por la fecha de las elecciones que mantenía en vilo a todo el club, Independiente volvió a ganar y a gustar al golear 3-0 a Colón en Santa Fe. ¿Casualidad o causalidad?

Justo después de que se destrabó el conflicto por la fecha de las elecciones que mantenía en vilo a todo el club, Independiente volvió a ganar y a gustar al golear 3-0 a Colón en Santa Fe. ¿Casualidad o causalidad?

¿Puede influir toda la situación institucional en el rendimiento de un equipo? Sin dudas. Y mucho más cuando la crisis es tan grande como la que viene travesando Independiente hace años, profundizada en los últimos meses por la guerra política entre oficialismo y oposición. Y, creer o reventar, no parece nada casual que el Rojo comandado por Juan José Serrizuela -el interino del interino- haya recuperado el semblante este lunes, justo en el primer partido jugado desde que se puso al fin una fecha de elecciones, algo que estabiliza automáticamente la paz social ya que era lo que el socio reclamaba con el alma y con el cuerpo.

Se desbloqueó Independiente. Se liberó. Al menos eso se vio en el Cementerio de los Elefantes, donde esta vez el enterrado fue el conjunto local al verse sorprendido por una versión arrolladora del Diablo, contra todos los pronósticos. Le salió todo a los de Avellaneda, de la mano de un Leandro Fernández en constante nivel alto. Y la sensación, por la producción en campo y los dichos de los protagonistas después, es que lo de afuera influyó.

Es una frase hecha del fútbol esa que señala que cuando suena el silbato y la pelota rueda los jugadores se olvidan de todo y se concentran en el partido. No siempre ocurre eso. Hay una simple razón, los futbolistas no son máquinas, son humanos que entran a la cancha con todos sus pensamientos, sus preocupaciones y temores, así como también con su confianza y voluntad. El problema sucede cuando los primeras sensaciones inclinan la balanza para su lado.

Y eso, sin dudas, viene pasando en Independiente hace muchísimo tiempo. Los conflictos extrafutbolísticos se metieron en el vestuario. Que las deudas, que la falta de apoyo dirigencial, que la falta de recambio por un plantel corto lleno de pibes, que la inestabilidad institucional, que la bronca de los hinchas… Demasiado.

Independiente jugó suelto en Santa Fe. Quedó a la vista. Recobró confianza. No es magia. Es la conjunción de varios factores que hicieron posible una goleada impensada por el presente paupérrimo. Claro que esto no significa que de ahora en más el equipo va a volar sobre el césped. Nada de eso. Pero el 3-0 sobre Colón llegó en un momento justo para cortar la sequía de festejos, levantar el ánimo y reafirmar que algo cambió internamante en el club desde que se empezó a acomodar la cuestión estructural.

Puede resultad liviano, pero la fecha de las elecciones hicieron un click en todas las áreas. A su vez, Hugo Moyano y Héctor Maldonado, los dirigentes que manejan todo Independiente, anunciaron que no seguirán. Sí o sí habrá un cambio de aire y eso ya trajo otros vientos al lado rojo de Avellaneda. Y el equipo es una parte importante de la institución, una especie de fusible.

Ahora habrá que ver cómo repercute la llegada de otro técnico más. Julio Falcioni asume en un contexto muy particular, sabiendo que su continuidad puede estar atada a lo que se decida en los comicios del 2 de octubre, aunque si consigue resultados y funcionamiento sabe que se asegurará el buzo del CAI por más tiempo.

Al menos en su tercer ciclo desembarca en medio de un humor diferente. Con las sonrisas por la reciente victoria, con la certeza de que por fin existe un rumbo institucional que será elegido por los socios. ¡Vaya si eso influye en el rendimiento de los protagonistas de botines! No es poca cosa, por el contrario. Se descomprimió el clima espeso, más allá de que no todo está resuelto, ni cerca.

Y el clásico ante un River irregular cae de manera oportuna para ratificar lo hecho en el litoral y confirmar que con la cabeza enfocada los pies se liberan y todo puede empezar a fluir de una buena vez.

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