Connect with us

Sin respuesta

 

Independiente cayó ante el limitado Huracán por 1-0, sumando así su tercera derrota en fila, y se quedó sin entrenador: Claudio Borghi presentó su renuncia.

Ya fue. El ciclo del “Bichi” al mando de Independiente ya es historia y se cerró con otra pálida actuación de un equipo sin ideas ni convicciones. Ante uno de los peores equipos del torneo, el “Rojo” fue incapaz de ponerse el traje de protagonista y terminó perdiendo por 1-0.

Con el esquema planteado por el entrenador el equipo arrancó partido, ya que los tres de arriba, Montenegro, Sosa y Núñez estaban demasiado solos y no tenían a nadie que los abasteciera, ya que los tres del medio, Herrón, Calello y Ledesma, estaban más para cortar juego que para generarlo.

Así y todo, el “Rojo” generó un par de chances para ponerse en ventaja en la primer mitad, pero primero Sosa, increíblemente solo, y luego Gioda, tras un corner, desperdiciaron las chances que tuvieron.

En el complemento, como ocurrió en gran parte de los partidos de la era Borghi, el equipo bajó aún más su nivel y se dejó llevar por delante por un Huracán que iba más por la desidia del rival que por convicción propia.

Así fue que, tal como se veía venir, el local se puso en ventaja con una espectacular chilena de Leandro Díaz, luego de una mala cobertura de la defensa roja, y chau partido, pese a que faltaba casi media hora de juego. Sí, chau partido, porque Independiente no demostró nunca tener idea de cómo inquietar a Limia, espectador de lujo durante toda la tarde.

Borghi intentó cambiar la historia haciendo entrar a Centurión y Gandín, pero poco pudieron hacer estos dos jugadores, al igual que el resto de sus compañeros, salvo Patricio Rodríguez, quien ingresó con muchísimas ganas, fue siempre al frente y las pidió todas.

Desconocido Mareque, desaparecido (otra vez) Montenegro, muy errático Ledesma, limitados Herrón y Moreira, aisladísimo Núñez… ventajas que da este Independiente. Y así se terminó, tristemente, el ciclo de Borghi en Independiente. Pero no tendría que ser el único que pague los platos rotos…

Por Walter Linovich.

Advertisement
Connect