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Sobre culpables y responsables

Desorden táctico, estratégico, futbolístico. Irregularidad, la brújula descontrolada y sin rumbo. Eso es lo que me surge cuando veo jugar a Independiente hoy por hoy. Un partido gana, otro pierde, otro empata y vuelve a suceder otra vez lo mismo como una rueda que da vueltas, sin lograr continuidad en el buen camino. Y esto lo digo más allá de haber quedado eliminados en la primera fase de la Copa Libertadores y de haber pedido el clásico. Porque así como es “una catástrofe”  la derrota, de haber ganado estaríamos a tres puntos del líder y hablando de otra cosa. Pero como el fútbol son goles (para muchos) se perdió y se habla del promiedo, de la debacle, del hundimiento. Antes de hablar exclusivamente de ese tema, debo decir que hay que saber perder, no se puede ganar siempre y si se perdió un clásico, mala suerte, es una posibilidad. Hemos disfrutado por años de esa alegría y cuando le toca al otro, hay que hacer tripa corazón y esperar la revancha en el Libertadores de América. Esto es fútbol, no la bomba nuclear.

Hecha la aclaración sigo. Lo que sucedió contra Racing fue pura y exclusiva responsabilidad de Independiente. No por quitarle mérito a Racing que ganó con todas las de la ley y sino logró abultar el resultado por una mayor diferencia fue porque en el arco estaba Fabián Assman, completamente iluminado. Lo cierto es que en los primeros 20 minutos parecía que se repetía la historia clásica. Independiente era el dueño del mediocampo y parecía tener todo controlado. Lo sentían los hinchas propios y ajenos. Sin embargo, Racing, que venía respetando la paternidad, la historia, lo que viene sucediendo hace muchos años se dio cuenta de que Independiente “no quería”. Y finalmente, se dijo: “Si estos no quieren, hay que animarse”. Y se animaron. Empezaron a crecer y fue el Rojo quién permitió que eso suceda. Y digo más: luego del primer gol, viendo todo lo que estaba atajando Assman la gente vecina no tenía la seguridad de ganar el encuentro, por el contrario estaban esperando el inmerecido empate porque la paternidad está asumida y los goles que no se hacen en tu arco, los hacen en el otro.

Independiente jugó mal. Si bien los primeros veinte minutos fueron del Rojo, los setenta restantes fueron, de punta a punta, de Racing. Mientras tanto, el Turco que varió tanto que se marearon. En vano es analizar por qué línea de 4, pasando a la de 3, luego volviendo a la de 4. Que ponete de lateral, que pasá al mediocampo, volvé de central  y por qué no, atajá un rato. En vano es darse la cabeza contra la pared intentando entender tantas variantes. Lo que sí me pregunto tiene que ver con rendimientos físicos, por ejemplo. ¿Por qué no les da el físico en los segundos tiempos? Es increíble verlos boquear como peces recién sacados del río y una merma importante en el fútbol y en la velocidad. ¿Por qué, en el banco de suplentes, siempre hay jugadores que no están recuperados físicamente de sus lesiones? Un ejemplo reconocido públicamente por Lema, ayudante de campo del Turco, es el de Battión en el partido contra Quilmes. “Ingresó para ayudar a Pellerano (¿?) que se estaba quedando sin aire y si bien reconocemos que no estaba recuperado al 100% de su lesión, consideramos que podía ayudar con su juego aéreo (no podía salta justamente por su lesión)”, dijo post encuentro en MUNDO ROJO, AM 910, Radio La Red.

Una cosa que me pregunto con respecto a esta decisión es: ¿Ayudar a Pellerano? Si Pellerano está decayendo debe salir. No estamos hablando de Mascherano que puede precisar ayuda y rinde hasta en una gamba. Si el tipo no da más, sale y entra otro fresco. Al menos fresco y no en inferioridad de condiciones (físicas). De más está aclarar que el gol de Quilmes llegó de cabeza y que Battión, lógicamente, al no estar al 100% físicamente no sólo no pudo estar para evitar eso sino que no rindió lo esperando, y Pellerano se quedó sin nafta pese a la “ayuda” del ex Banfield. Yendo a algo más actual, Cabrera, en el banco de suplentes, no recuperado al 100% de su lesión. Ingresó y no tengo que contarles lo que sucedió: salió más lesionado que antes. Lo llamativo es que la semana anterior Walter Busse estuvo en el banco de suplentes. De hecho asistió para uno de los goles de Independiente. “Está en perfectas condiciones”, dijo el cuerpo médico de Independiente sobre el salteño. Y yo agrego: “Menos mal que después de un año y monedas está en ‘perfectas condiciones’. Era hora que al menos vaya al banco de suplentes”. Y ¡oh, sorpresa, contra Racing brilló por su ausencia. Lo cierto es que eligieron a Cabrera, en inferioridad de condiciones por sobre Busse en “perfectas condiciones”. Está claro que Busse no está en perfectas condiciones y por eso se eligió al ex Vélez por sobre el salteño.

En fin, con esto quiero decir que Independiente no está en condiciones físicas y se lesionan muscularmente de manera permanente y las altas médicas no logran ser las adecuadas pues son tardías o no son efectivas. Ahí hay que poner la lupa, eso es un hecho. Luego, se puede debatir y claro que se puede, sobre el rendimiento táctico y estratégico pero la parte de preparación física y cuidados médicos no son un detalle menor le moleste a quien le moleste. Mejor que “molestarse” es ocuparse y tomar cartas en el asunto. Sería más efectivo.

Es cierto que esto es fútbol y no es una catástrofe, no es el fin del mundo, no es para enloquecer. Pero sí es bueno un planteo que desdramatice y que al menos analice en busca de respuestas, si es que las hay.

Si uno analiza la era Antonio Mohamed, parecería que se divide en dos fases. La primera es la de su llegada, cuando el Turco se hizo cargo de un equipo “ameba” que no tenía reacción y que parecía que todo le daba igual: ganar, empatar o perder era lo mismo, desde la actitud. En esa era los jugadores se animaron a creérsela, a dar vuelta resultados y lograron con poco fútbol pero con mucha actitud la Copa Sudamericana. La segunda fase es la actual, la que pareciera haberse aburguesado desde lo anímico y decaído desde lo futbolístico. Si trato de entender al entrenador creo que lo que sucede tiene que ver con una cuestión de mentalidad. El, de un excelente paso por Huracán y por Colón, llegó a Independiente como primera apuesta fuerte de su carrera con un club grande que confió en sus buenos primeros pasos en los dos equipos mencionados.

Lo cierto es que, inicialmente su mensaje caló hondo en la mentalidad del plantel y de la gente: su optimismo contagiaba. Le llegó, y mucho tuvo que ver él, la Copa Sudamericana y una consagración personal temprana y fuerte. Luego, se entró en la segunda fase de su paso por Independiente. Y claro, convencido de que todo lo puede se enfrentó con un plantel que nuevamente decayó y que no respondía desde lo futbolístico ni desde lo anímico. O sí, pero de una manera tan inestable como irritante. Y su inteligencia y condición, virtudes indiscutidas, siguieron confiando en su notable capacidad que evidentemente no se deja influenciar por los errores. Las variantes en los planteos tácticos marean tanto a la tribuna como a sus propios jugadores. Por poner un ejemplo: Eduardo Tuzzio. Lo he visto pasar por tres posiciones distintas en un mismo partido (contra Quilmes). Y así como varía él, varían varios y si bien es cierto que a veces hay que cambiar sobre la marcha, una cosa es cambiar y otra marear y no tener una idea concreta de lo buscado. Lo concreto y llano es que desde mi humilde punto de vista, más allá de la inteligencia del Turco que no la discuto ni la cuestiono, parecería que la primera fase se le subió a la cabeza y pese a la falta de respuesta insiste sobre algo que no le rinde. Por eso destaco un cambio de actitud, post partido contra Racing. Terminó el encuentro y lejos de justificar lo injustificable (es muy común en el fútbol de hoy) asumió con dureza la derrota y absorbió responsabilidades lo que denota una gran autocrítica y una visión inteligente de algo que intentó pero no funcionó. Ahora, luego de la autocrítica vienen las acciones que demuestren que se ha aprendido de eso que estuvo mal hecho.

Si hablamos de la responsabilidad del Turco, nobleza obliga, más responsables aun son aquellos que eligen a quienes forman parte del plantel profesional. Desde el presidente de la institución, Julio Comparada, el Comité Ejecutivo, que aprueba las decisiones y el presidente del departamento de fútbol que es el mayor responsable de las decisiones sobre quienes están y quienes no. Es el encargado del departamento de fútbol y le cabe esa responsabilidad. En fin, si el Turco es responsable de lo que sucede en un campo de juego desde lo táctico y lo técnico, más responsables aun son aquellos que eligen constante y erróneamente sobre algunas contrataciones: sea entrenadores como jugadores.

Culpables son los jugadores, claro. Son aquellos que transpiran la camiseta, se encargan de jugar y de patear la pelota, sin lugar a dudas. Son muchos los factores que influyen, por supuesto, a la hora de entrenar y jugar.

Me hubiera gustado escuchar a los jugadores luego del clásico pero parece que últimamente no hablan dentro ni fuera de la cancha.

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